Una escuela mundial de la protesta

Aunque por motivos distintos, dos países, Brasil y Turquía, afrontan estos días brotes de movilizaciones callejeras masivas que ocupan portadas y telediarios, y cuyas imágenes circulan sin cesar por las redes sociales.

Los turcos empezaron protestando por la remodelación urbanística de una plaza aunque el trasfondo es la soterrada islamización iniciada por el régimen de Erdogan, los brasileños han salido a la calle contra la subida de las tarifas en el transporte.

Con anterioridad, asistimos a movilizaciones en Chipre por la intervención de la UE, en Grecia contra los recortes económicos, en Egipto contra Mubarak, y, por supuesto, las escenificadas en la llamada primavera árabe. En España habría que citar las protestas del 15-M, la acampada en la Puerta del Sol, las operaciones “ocupa el Congreso”, “rodea el Congreso”…

Como presupuesto de fondo, evidentemente, aparece una crisis económica que es mundial. Pero también hay que apuntar que la globalización de las comunicaciones y de la información está provocando fenómenos de emulación, imitación y contagio, que explican las similitudes existentes en agitaciones sociales tan distintas por ubicación geográfica y por su causa inmediata.

Se podría citar, a título de ejemplo, la elección de escenarios semejantes: la Puerta del Sol y Neptuno en Madrid, la plaza Syntagma en Atenas, la plaza Tahrir en El Cairo, y ahora la plaza Taksim en Estambul.

Pero es que, además, muchos de los procedimientos y de las tácticas de acción son semejantes, y hasta casi las indumentarias de los protagonistas. Cada vez se parecen más entre sí las protestas de Madrid, de Atenas, de El Cairo y de Sao Paulo.

¿Qué está ocurriendo? Pues que, merced a la facilidad de comunicaciones, a la implantación de la televisión, a la difusión de las redes sociales, todos en todo el mundo vemos lo que ocurre en todas partes. Y se aprende, se imita.

Puede concluirse que, por el efecto de esos medios, ha aparecido una suerte de ‘academia’ mundial de la movilización y la protesta, donde se aprenden procedimientos, modos y tácticas.

Por no hablar de las instrucciones de todo tipo sobre cómo actuar en las distintas coyunturas y frente a los diversos operativos de seguridad que circulan por las redes sociales, a las que tienen acceso todos los que lo deseen, desde cualquier lugar del mundo.

 

Los ciudadanos de este planeta están cada vez más interconectados, manejan argumentos comunes, intercambian experiencias, aprenden unos de otros… Y así, la aldea global ha conducido, entre otras cosas, a la protesta global.

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