El señor Juan Carlos

Asistimos estos días a una especie de escalada, protagonizada por unos cuantos diputados que parecen querer demostrar quién moja más lejos. Un juego típico de niños inmaduros pero que resulta bastante inadmisible en el caso de tales supuestas señorías

Por lo visto, se han empeñado en protagonizar la tontería más grande. Unos jurando en la lengua no adecuada, otros repitiendo el remoquete del “imperativo legal”, y alguno proclamando su “esperanza” de que advenga la república.

Un apunte: ha llegado quizá la hora de poner fin a humoradas semejantes, y de que los presidentes del Congreso no permitan bobadas como ésas en el ámbito de un Pleno solemne de la Cámara. Por respeto hacia la institución, pero sobre todo a los dueños, los españoles.

Una salida de pata de banco más ha sido la protagonizada por el diputado de ERC Alfred Bosch, que ayer, en su visita a La Zarzuela, se dirigió al rey como “señor Juan Carlos”.

Además, según su versión, le comunicó el deseo de su partido de “salir del Reino” porque “algo huele a podrido”. Muy ingenioso, el hombre, a la vez que poco oportuno, por no decir grosero.

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Y se me ocurre que el rey podría proclamar que él también recibe y da la mano a personajes como Bosch, o sus cuasi colegas de Amaiur, “por imperativo legal”. Pero él no lo hace. Lógico.