Cinismo e incompetencia

En estos tiempos de crisis-recesión-depresión urge demostrarnos todos que estamos en un país libre y democrático. Para ello, se ha de ver una sociedad civil organizada y activa, unos sindicatos valientes y sin lastres políticos, un control férreo de la oposición al gobierno y unos medios de comunicación y un poder judicial al servicio de todos.

En palabras de Goethe: “¿Cuál es el mejor gobierno? El que nos enseña a gobernarnos por nosotros mismos”. Este canto a la libertad y a la responsabilidad que hace el poeta alemán podría ser un buen punto de partida para hablar hoy de cohesión social, honradez, confianza, solidaridad, perspectivas de progreso e incluso para apuntar algunos datos socio-económicos sobre nuestro país.

No descubro nada nuevo si recuerdo la permisividad de muchos políticos ante la creciente falta de valores éticos en el mundo de los negocios. También reconoceremos la complicación que para todos ha significado el endeudamiento de las familias por encima de sus posibilidades o la condescendencia de mandamases diversos ante las especulaciones espurias de algunos aprovechados.

Estaremos de acuerdo en que se precisan líderes sensatos para conseguir una economía más humana. Y hasta tal punto es así, que los directivos de cualquier institución han de conseguir ver personas detrás de la cuenta de resultados. La ingeniería económica y financiera puede ser eficaz sin necesidad de alejarse de la ética y del bien común. Solo falta que se dote de los órganos de vigilancia y control más adecuados para cada situación.

Si ya los más agudos economistas piden a los empresarios renovación, capacidad de acción y credibilidad, la gente de a pie, sean nuestras responsabilidades sociales más o menos grandes, hemos de actuar siempre con prudencia, pero especialmente en momentos difíciles como los que nos está tocando vivir.

Vale la pena citar lo que dijo hace sólo unos días el profesor Klaus Schwab en el Foro Económico Mundial de Davos: “Todos somos responsables por no haber reconocido los riesgos”. Y digo yo: Pues algunos más que otros. Y con toda seguridad que no son los culpables los 3.128.963 conciudadanos nuestros que están en paro. ¿Dónde está la autocrítica que sirva para ver la realidad y reconducir la situación en España? Ni está ni se la espera. Al menos por parte de algunos políticos, que ya nos tienen acostumbrados a su actuar soberbio y prepotente.

Pero la crisis no nos puede dejar aturdidos o bloqueados. Ordenemos ideas, hagamos números y actuemos en consecuencia. Esto, ahora, puede querer decir que será preciso reducir gastos o, si nos hemos quedado sin empleo fijo, realizaremos un sinfín de llamadas, enviaremos un montón de emails, pero no esperaremos que ni el alcalde ni el presidente de gobierno nos vengan a resolver ningún problema. Tal vez lo más pertinente que deban hacer los gobernantes es dejarnos trabajar tranquilos y que ocupen su tiempo en administrar mejor el dinero de todos.

Para tomar decisiones acertadas para nuestra vida todos precisamos información contrastada, criterio claro, también en lo que se refiere a la economía de nuestro país. Eso es necesario para poder confiar en los gobiernos locales, autonómicos y centrales. Pues que no nos vuelvan a negar, durante medio año y con gran tozudez, una crisis que era ya evidente.

Pero, ¿cómo es posible que en los doce meses del año 2008 se genere un millón de parados (994.416 exactamente)? Tenemos en la actualidad un 14’4% de personas desempleadas en España, una tasa que es más del doble que la media de todos los países de la Unión Europea.

 

Algo habrá que hacer ¿verdad? Pues, para empezar, que nadie rehúya la realidad. Y para evitar despistes, he aquí unos pocos datos, pero muy significativos:

Según diversos estudios de la UE, la baja formación es una de las principales causas de desempleo juvenil (menores de 25 años), en España, cuyo porcentaje es de 29’5% sobre la población activa (duplica al de la UE). Tengamos en cuenta que el año anterior fue del 18’2 %.

Y es que recordemos que la tasa de abandono escolar en España es la tercera más alta de la Unión Europea: un 31% en 2007. Desgraciadamente sigue estable desde hace 10 años (un 30% en 1997, un 31’7% en 2004 y un 29’9% en 2006).

¿Acaso nos es igual todo? ¿O es que el pleno empleo, la cultura del esfuerzo, la honradez, la solidaridad y la excelencia son sólo palabras bonitas para encandilar a la gente? ¿O es que alguien cree que dar un trabajo desde los ayuntamientos para tres, cuatro o cinco meses es dar estabilidad al mercado laboral? Vamos hombre, ¡por favor!

Algunos se llenan la boca hablando de generosas políticas sociales pero a la hora de la verdad se recortan ayudas sociales por todos lados (disminución de las prestaciones a personas dependientes y a las familias numerosas, etcétera) y encima se destruye empleo.

Si concretamos los efectos de la crisis, por ejemplo, en los trabajadores por cuenta propia -los autónomos- sepamos que cada día del pasado mes de enero más de mil autónomos abandonaron su trabajo. ¡No hay negocio que repartir! Pero, incluso los que sí funcionan bien tienen serias dificultades para obtener créditos y así crecer y poder recolocar personas desempleadas o que se incorporan al mercado laboral.

Otro dato llamativo es que cuando no hay empleo para todos, la gran mayoría de parados españoles aceptaría un trabajo de menor cualificación, como los desempeñados ahora por muchos inmigrantes. Y, lo queramos reconocer o no, eso produce una competitividad exagerada que puede provocar enfrentamientos graves. Además, tengamos presente que el paro entre los inmigrantes aumentó este mes de enero en España un 86’74%, en relación con el mismo mes del año 2008.

Como seguro que el Sr. Zapatero y sus ministros estarán dispuestos a “desgastarse” en el noble empeño de hacer prosperar nuestro país, que no se preocupen tanto por aumentar las campañas de imagen que disfracen su pasividad o cinismo. Que no nos hagan vivir en un eterno tiempo preelectoral, pues eso les incapacita para la sinceridad de sus discursos y para ser gestores eficaces y leales.

En todo caso, fiémonos de los expertos que recomiendan medidas urgentes para conseguir reformas estructurales, que acorten la crisis –creando empleo- y hagan crecer la productividad. El Estado se ha de ver como una familia, es preciso gastar menos, ejercer ahora más especialmente la austeridad en el gasto público, bajar los impuestos a familias, pequeñas y medianas empresas y a los autónomos; otorgar incentivos fiscales, por ejemplo a la compra de automóviles, etcétera.

Pues ¡ea!, que los que saben de esto hagan los deberes, aunque sea en tiempo de descuento, pero ya no le echemos la culpa de nuestros males al vecino.

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