Educar: Una Ítaca hermosa nos espera

El militar que comunicó la orden de confinamiento a D. Miguel de Unamuno, en la isla de Fuerteventura y en circunstancias muy difíciles, le dijo: Usted que tiene honor y es un caballero, no huirá. A lo que D. Miguel respondió algo así: Yo no “tengo” honor (como si fuera una cosa material), ni gasto caballo, soy un ciudadano honrado y de a pie.

Viene al caso este ejemplo de sencillez pues creo es más habitual de lo que muchos medios de comunicación nos transmiten. Lo cierto es que de diversas procedencias estoy recibiendo imputs, variados y muy positivos, sobre la posibilidad real, sencilla y sin pretensiones, de educar “desde la persona”, sin ataduras, transmitiendo los valores fundamentales de la existencia humana, lejos de formalidades, rigideces y estatalismos.

Esta sensibilidad y buena disposición me ha llegado de padres de familia, de muy diferente origen social, de jóvenes universitarios, o de expertos de muy distintos países que se reunieron en la Universidad Abad Oliva CEU de Barcelona hace unos días, precisamente con el objetivo de reflexionar sobre una educación más personalizada, completa y de calidad.

Ver cómo profesores y maestros se desviven, a pie de clase, por ofrecer lo mejor a sus alumnos, siempre es un gran estímulo. ¡Qué alegría comprobar cómo tantos educadores rectifican, para evitar ser espejos de sí mismos! Y, eso sí, convertirse en impulsores que eleven a la gente joven por encima de ellos, en el conocimiento y en una vida plenamente vivida.

Es la tarea del educador, del padre y de la madre de familia; un empezar y recomenzar continuados. ¡Qué humildad y qué paciencia! Pero, es preciso una orientación clara, una Ítaca valiosa y motivadora a la que querer llegar en esta Odisea vital: Un entender la educación como proceso de ser libres, como alma de la vida social que es.

No obstante, reconozcamos que la cruda realidad nos dice (informe del mes pasado de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que el 16% del tiempo de clase en España se pierde en imponer orden a los alumnos y otro 7% en tareas burocráticas, como pasar lista. La verdad es que la falta de incentivos y el mal comportamiento de algunos alumnos son las cuestiones que más dificultan la efectividad de los docentes.

No quisiera ser pesado, pero, amigas y amigos, en educación no vayamos con métodos indirectos (premios y castigos), a no ser en casos extraordinarios. Luchemos por educar directamente, proponiendo el amor al saber y a la belleza. Para ello precisamos reconocer nuestra poquedad, pero sin renunciar nunca a nuestra pasión educadora, a nuestra capacidad de aprender cada día, ciñéndonos a nuestra realidad, viviendo intensamente cada uno, para así transmitir vida.

Como aquel profesor novel que, emocionado, presenta y consulta al más veterano sobre su detallada planificación y temporalización de las materias que iba a impartir ese curso (cierta regulación es importante, por supuesto). A lo que el otro le dice: “Explica lo que sepas, porque lo que no sepas no lo vas a explicar”.

En fin, “siempre nos quedará París”. O sea, poner en práctica lo que un sabio profesor decía: “No es importante los años de vida dedicados a la educación, sino la vida puesta en esos años”.

 

¡Tomé buena nota! Es muy aplicable a cualquier tarea, ¿no les parece?

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