Ideas de quita y pon

Hace ahora 200 años que nació Mariano José de Larra, en unas circunstancias difíciles, en plena guerra de la Independencia. Es considerado padre del periodismo y del columnismo en nuestro país.

Se me ocurre mencionar su gran amor a la libertad y su pasión por el progreso. Pero qué lejos de los pseudo-progresistas, pseudo-socialistas de nuestros días, a los que Larra, con su mal genio característico, les podría decir: Basta ya de esas “ideítas nuevas de quita y pon”. Dejad de vender “la vida como amasijo de contradicciones”. ¿Buscáis construir un país insolvente, acomplejado y de relaciones unilaterales? ¿Acaso es vuestro fatal objetivo construir un futuro en el que “volveremos atrás la vista y no veremos a nadie”?

Incluso, tal vez espetaría Larra a burócratas de los mass media y a censores de lo políticamente correcto, con un cáustico y regañoso “vuelva usted mañana”. Cosa que, desgraciadamente y por otros graves motivos, viven a diario casi tres millones y medio de conciudadanos nuestros que están buscando trabajo.

Y, a buen seguro que nos acusaría a todos de pereza política y aburguesamiento, hasta de ignorar aquello que de verdad mueve a la persona humana. Especialmente se lo diría a las gentes poderosas de nuestros días, pero también a todos los que, sin pensar en su propia dignidad, consienten en ser carne de cañón liberticida.

Larra, por contraste y un siglo después, que buen amigo habría podido ser de Viktor Frankl, el psiquiatra y escritor que sobrevivió a los campos de concentración nazis. ¡Cómo se habrían podido sobreponer juntos a tanta barbaridad! ¡Qué complicidad de hermanos y colegas, para vivir una larga vida de servicio a los demás! ¡Qué existencia plena de sentido, con una imponente voluntad de dar y encontrar esperanza de vida!

Amigas y amigos, estemos seguros que los deseos de relación e intelectuales pueden constituir un reto, una oportunidad. Y si alguna angustia o dificultad nos llega, no va a acabar en frustración total, como le ocurrió a nuestro proto-periodista. Para eso, nuestros amigos y familiares van a ser imprescindibles: Por su ejemplo de lucha, por su acompañamiento para ver clara la realidad, por su vida con perspectiva.

Pero, me diréis, a menudo nos vemos manipulados por el poder de la mentira, por el “tsunami” de la confusión y la superficialidad que entierra virtudes, valores y energías. Pues bien, creo que más que estar a la defensiva, va a ser preciso un coraje solidario para adelantarse y proponer estilos de vida feliz para la humanidad, elevándose sobre el yo egoísta que todos tenemos. Y es claro que nadie va a querer la impostura, nadie se someterá a la falsedad. Para ello, la sinceridad de vida es medio necesario.

Con esos mimbres, nuestro gran Larra, observador social, analista penetrante del mundo, pero pesimista y desencantado, habría acudido confiadamente a lo más hondo, a las causas íntimas y permanentes del devenir humano, con benevolencia y comprensión hacia sí mismo y hacia los demás. Y, en la actualidad, antepondría lo auténtico a lo externo y aparente; lo profundo a lo sólo sensible; denunciaría tantas servidumbres informativas y tanto cinismo reduccionista.

¡Pues, venga!, que en la romántica y real belleza de lo bueno estemos todos. Y así, tendamos generosa la mano del respeto, con pasión y optimismo, a pesar de los pesares.

 
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