Madrid-Barcelona

En un entorno privilegiado como es el Paseo de Gracia de Barcelona, se encuentra el restaurante Madrid-Barcelona. El nombre se debe al tren que iba hacia Madrid y que, antes de hacerse las vías subterráneas, pasaba justo por delante de sus vidrieras. Este emblemático restaurante ofrece un ambiente con mucho encanto que nos transporta a mediados del siglo XX. Se me vino a la cabeza, de igual manera otros restaurantes catalanes en Madrid como el Paradís, Can Punyetes o Casa Jorge, ya que estamos en unos momentos en los cuales la buena relación política  entre Madrid y Barcelona (también tejida con la convivencia extraparlamentaria) va a ser vital para tomar las mejores decisiones de progreso para toda España.

Espero no parecerles un catalán pretencioso, pues todos vemos evidente que en asuntos básicos para el bien común nos hemos de poner de acuerdo, cuantos más mejor.

Por eso, es claro y comprensible que Artur Mas busque el gobierno de los mejores en Cataluña. Lo mismo debería desear cualquier mandatario que intente hacer bien su trabajo. Pero, vale la pena destacar con qué destreza el ya President de la Generalitat ha tejido un gobierno que afrontará importantes retos.

Considero que no le dolerán prendas al nuevo president y a sus consellers a la hora de buscar y encontrar consensos en asuntos prioritarios. Constato que se percibe cierta esperanza, incluso en quienes no votaron a CIU, en una legislatura pragmática y eficaz, esperemos que sin piruetas sectarias, pues ese enfrentarse sincero con la realidad, y mejorarla, es lo que piden los catalanes.

El caso es que este miércoles, once nuevos consejeros tomarán posesión de su cargo, en un acto institucional que tendrá lugar en el Salón de Sant Jordi del Palau de la Generalitat.

Serán:

Andreu Mas-Colell, para Economía, Hacienda y Universidades;

Felip Puig, para Interior;

Lluís Recoder, para Política Territorial, Obras Públicas, Sostenibilidad y Vivienda;

 

Irene Rigau, para Educación;

Josep Lluís Cleries, para Bienestar y Familia;

Josep Maria Pelegrí, para Agricultura y Medio Natural;

Francesc Xavier Mena, en Empresa y Empleo;

Ferran Mascarell, para Cultura;

Boí Ruiz, en Sanidad;

Pilar Fernández Bozal, en Justicia; y

Joana Ortega, para Gobernación y Relaciones Institucionales, que además será la vicepresidenta.

Parecería un capricho citarlos en un artículo de opinión, pero no. Pues la capacidad, autoridad y competencia de todos ellos, en sus diferentes especialidades, está tan bien evaluada (aunque eso no sea siempre certificado de éxito) que contrasta con otros gobiernos, que prefiero ni nombrar.  

Para bien o para mal, esperemos que sea para bien, la influencia en otras comunidades que va a tener este gobierno autonómico va a ser grande. La aportación catalana del 18’5 % sobre el PIB de España es básica. Pero especialmente van a ser una referencia las soluciones, estrategias e incluso gestos que se van a venir desarrollando para afrontar dos escalofriantes datos que tenemos en Cataluña: un déficit público que se calcula llegará a los 6.453 millones de euros al cerrar el presente año (catorce veces más que en el año 2006) y un endeudamiento de 40.600 millones (casi el triple del de hace 4 años)

Por otra parte, sería largo hablar de lo significativo y estimulante del fichaje de tres personas que no vienen precisamente de la contienda política, como son Xavier Mena, Boí Ruiz y Pilar Fernández Bozal; o profundizar en las razones por las que Ferran Mascarell asumirá encantado la consejería de Cultura (también muchos del PSOE ya empiezan a ver que hay “vida” fuera de su partido).

Amigos, ya es hora de impugnar el adocenamiento. Urge buscar condiciones favorables para el desarrollo de las capacidades de iniciativa individuales y la propia responsabilidad de cada ciudadano. Precisamos políticos que estén más lejos de la lógica burocrática y se centren en atender las necesidades de las personas.

Es hora de que procedimientos políticos e instituciones estén al servicio de un crecimiento humano integral. Es hora de que los poderes públicos reconozcan, defiendan y promuevan, con decisión, los valores humanos esenciales, ejerciendo la autoridad como servicio, no como mero criterio sociológico, o de burdo interés personal o partidista.

Es momento para acercar posiciones, para que Madrid y Barcelona compitan pero sin ser ciudades enemigas, para tender puentes que la visceralidad o “miopía” de algunos de ambos lados rompió o dejó maltrechos.

En todo caso, gobernar siempre es difícil, pero con personas de primera fila y de reconocido prestigio parece que todo puede ser más posible. Seamos o no catalanes, creo que es de justicia desearles a todos ellos el mayor de los éxitos.

Y, sobre la excelente cocina catalana, ¿qué decir que ustedes no sepan ya?

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