Navidad: Renovarse de raíz

Tal vez esperaban hoy un “cuento de Navidad”, estimulante, tierno e imaginativo. Pues me van a perdonar, tengo 184 graves razones para hablarles hoy de la necesidad de renovarnos, rejuvenecernos, recomenzar... Y no es cuestión de edad, ¡eh! El caso es que, como bien saben, la nueva Ley del Aborto ha conseguido los votos necesarios para salir aprobada del Congreso, camino del Senado, donde será debatida en febrero.

Casi todo se puede perdonar, pero tal vez es la incoherencia aquello que más nos subleva en nuestra valoración sobre los demás, sean más o menos próximos a nuestros principios vitales. Y este es el caso en el que nos encontramos en nuestro país.

¿No les parece que si los 184 diputados que han votado a favor supiesen de verdad qué es un aborto provocado, no habrían actuado así? ¿Hay mayor incoherencia que no querer saber sobre las cosas más importantes? Creo que es el momento de luchar unidos por el verdadero progreso. Pero, ¿legislar contra la vida?, ¿promover políticas públicas -sanitarias, educativas y sociales- que degradan a la persona a simple objeto? ¿Eso es progreso? ¿Cabe mayor locura?

Amigos, seamos de los que consideran que toda persona se merece la libertad y el derecho a disponer de su propia vida hasta la muerte natural, sin interferencias de las autoridades. Pero claro, no para disponer de la vida de los demás, por pequeños e insignificantes que puedan parecer.

Para tener eso claro, a nadie le van a faltar los medios para conocer las verdades naturales sobre la existencia del hombre, ni la fuerza para enfrentarse al cinismo y a la arrogancia del poder. Y podremos tener ecuanimidad, grandeza de ánimo y amplitud de miras.

Estamos en un tiempo histórico en que, más que nunca, la responsabilidad personal es vital para el interés general. No podemos conformarnos con que haya gente que odie a quien no piense como ellos, o que haga cosas que roben la felicidad de los demás. No podemos permitir que la falta de educación de algunos se quiera compensar con adoctrinamiento para todos: Con el “porque lo digo yo” estatal. Y es que, amigos, esa imposición se está produciendo en nuestro país desde hace años, y toma cuerpo últimamente con este proyecto de Ley del Aborto.

Es una barbaridad querer imitar la injusticia, sólo por parecernos a los demás. Es espeluznante saber de los intereses económicos que se encierran detrás de algunas gentes sin escrúpulos. Además, por lo visto, la arrogancia del poder no tiene límites y es capaz de modificar un programa político con tal de presumir de una excelencia que no se posee.

Hay quien dice que la corrupción es irreversible cuando ha llegado a pudrir el alma de una nación. No soy de ese parecer, pues considero que compensa confiar siempre en el cambio a mejor en las aspiraciones del corazón humano.

Pero, ahora toca solidarizarse con el débil. Ahora toca compensar tanta sinrazón con paciencia y cariño. Comprendiendo a todos e intentando la sincera superación de situaciones problemáticas de las que tengamos noticia. En concreto, protegiendo la vida humana desde el momento de la fecundación, facilitando verdaderas ayudas a la familia y a la maternidad, para que las mujeres tengan alternativas reales al aborto.

 

Apliquemos la razón y la lógica más elemental para decir bien alto que el aborto es antinatural e inhumano. Hagamos evidente el amor a la vida en todos, no volvamos la espalda a la realidad, abramos bien los ojos. Tengamos presentes la paternidad y la maternidad, y ayudémonos unos a otros a articular los pronombres tú y yo de una manera enamorada. Así, el nuevo “quién eres” del otro será acogido con generosidad.  Y la felicidad hará su tienda entre nosotros.

Fuera pues, esa corteza de ignorancia y de cinismo que nos hace insensibles a pobres y ricos, a poderosos y sencillos. Que, gracias a la posibilidad humana de rectificación, desde ahora todo pueda ser un poco mejor en nuestro actuar.

Vale la pena re-novarse una vez más en estas entrañables fiestas. Una renovación de raíz, a pesar de las circunstancias que en muchas ocasiones nos hacen ir a contrapelo. Un rejuvenecimiento que supere la debilidad de criterios morales de esta sociedad consumista en que vivimos y nos lleve a valorar más nuestra propia dignidad y la de los otros.

Pues eso: ¡Feliz Navidad, a todos!

Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato