Nuevo curso: gestionar la incertidumbre

Seguro que ya hace semanas que constatamos que algo ha cambiado en las maneras de proceder a la hora de tomar decisiones de la gente en general  y, muy especialmente, de políticos y personalidades públicas en particular.

En estas circunstancias, pienso que para gestionar la incertidumbre socioeconómica que vivimos hay algo por lo que es imprescindible pasar, y deberíamos hacer de la necesidad virtud: arremangarse sin complejos ni prejuicios para trabajar, codo con codo con muy diversos colegas, en la resolución de problemas.

Para eso, en el cambiante mundo laboral hay tres asuntos que cada persona ha de poder presentar como destacados: la creatividad, la determinación y la integridad. Entonces, sea cual sea nuestra tarea, incluso el trabajo de buscar trabajo, podremos revalorizar nuestra posición y formar parte del mejor equipo posible, incluso con limitaciones.

Lejos del voluntarismo, la gratificación personal o cambiantes motivaciones afectivas, igual que debería ocurrir en la vida privada y social, hemos de tener claros los objetivos, claras las prioridades y ser fieles a unos principios que valgan la pena. Como me decía un queridísimo profesor, me encanta enseñar, no quiero estar en otra parte.

Son tiempos difíciles pero, como precisamente las cosas están mal, hemos de buscar argumentos para ser optimistas, para esforzarnos con buen ánimo sin caer en el cortoplacismo ni la obsesión por la apariencia.

Es aquí donde una gran tarea añadida tenemos en nuestro país, esto es, gestionar las incertidumbres que nos llegan por tantos lados y de tantas maneras. Oportunidades y retos profesionales van a materializarse, aunque sean a contrapelo y tras muchos intentos. 

Pero, no nos equivoquemos, ya no se trata sólo de ser bueno y parecerlo. Preguntémonos: ¿Transmitimos pasión por lo que hacemos, a pesar de que en ocasiones nos podamos equivocar o veamos que, aparentemente o en realidad, las dificultades o incomprensiones nos superen?

En este sentido, muchos sacrificios van a ser necesarios y nada tienen que ver con huelgas que pretenden soluciones mágicas, que en el fondo son parciales, por ejemplo en el entorno de la educación, descontextualizadas de la realidad, lejos de las prioridades del bien común.

Y aquí me viene a la cabeza la admiración que tengo por mi colega y amigo Miquel, sabio educador, amabilísimo conversador y fino gestor de recursos humanos. Él, fino cinéfilo, que catalogaba con buen humor estupendas películas con "MLP", me la perdí. Y así quedaban aquellas películas a las que decidió, por corresponder a una relación de amistad o familiar, o simplemente por atender a la buena convivencia o a la necesidad de los demás, decidió, digo, no dedicarles demasiado tiempo, por lo que pronto desaparecían de sus prioridades vitales.

 

Generosidad de ese tipo precisamos en estos tiempos, la mayor de las veces discreta, y tal vez rodeada de graves circunstancias. Sí, de acuerdo, les diré especialmente a los más jóvenes, es claro que nos interesa extraer a la vida todo el meollo, pero hay mucho de superfluo. Y eso mismo a cualquier edad. Y tampoco esperemos embobados una magna batalla, cuando ya la estamos luchando a diario. Estemos atentos a escuchar la canción que nos une, a hacer que nuestro equipo rinda al máximo, a no aplaudir venganzas absurdas, a fijarnos bien en el trabajo y la bondad que otros nos inspiran, a equilibrar el ser y el parecer.

En fin, amigos, que disfrutemos en este nuevo curso, compitiendo en buena lid, sin abusar cuando se gana ni frustrarse cuando se pierda, que de todo habrá.

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