Sindicatos de clase: el síndrome del emperador

Un amigo, profesor de los primeros cursos de Educación Primaria, me explica su admirada experiencia de hace unos días: la gran capacidad de ser generoso incluso del niño más difícil y rebelde. Dar, dar, dar... Sin esperar nada a cambio... ¡¿Es tan difícil?! Pues ese chavalín, que descubrió un apetitoso bombón en su bolsillo, era el precioso regalo-invitación de otro niño que cumplió años ese día, y ve clara la necesidad, el deseo, de desprenderse de él y darlo con una sonrisa al profesor que le atiende a diario en la biblioteca del colegio.

¿Qué le lleva a eso? ¿Por qué razón lo hace? Creo que esa inopinada, altísima reacción, es el desafío que, pequeños y mayores, tenemos a diario para vivir una vida ética, plena, profundizando en los más básicos valores humanos.

¿Ingenuidad? ¿Simpleza? ¿Ñoñería? ¡No!: capacidad de admirarse y apreciar la maravilla del otro, de cada persona, de querer y poder salir de uno mismo.

Pero, ¡ay!, muchas veces nos falta certeza y coraje en lo que hacemos, nos arrugamos frente a las dificultades o el compromiso. Nos falta creatividad y "cintura" en la resolución de problemas. Y las circunstancias, ¡son tan adversas en muchas ocasiones! Pues "more challenge", más dificultad, pero más reto, y más mérito.

Por ejemplo, pongamos el sentido común para aclararnos sobre lo que en política o economía ha ocurrido en los últimos años en nuestro país, y ocurre en la actualidad. Evitemos la confusión, superemos tanta doblez mediática.

Si queremos ser un país serio hemos de respetar la realidad, no se puede construir verdadero éxito sobre la mentira, sería abocarnos al desastre. Y la realidad, cruda realidad, es que hemos basado nuestro "Estado de bienestar" en tener cosas, en recibir cada vez más sin plantearnos corresponder, en consumir y relativizar el valor del esfuerzo más que en ser personas para los demás.

¿Acaso el sacrificio no es propio del ser humano? ¿Tal vez sea antes el reclamar justicia a toda costa que el ejercitarla cada uno desinteresadamente? ¿Es el egocentrismo-oportunismo sindical como el llamado "síndrome del emperador" de algunos chicos adolescentes que se comportan como pequeños tiranos y no dudan en maltratar verbal y físicamente a sus padres para lograr sus caprichos; que se relacionan con sus padres como si fueran sus súbditos y si no se les complacen reaccionan de manera violenta?

Aunque la clave de todo es el respeto y el derecho a discrepar, debemos estar dispuestos a sumar fuerzas. A grandes males grandes remedios, la situación es de emergencia para todos y ninguna huelga general va a crear puestos de trabajo, todo lo contrario. En ese necesario ir más unidos será imprescindible entendernos en lo básico, buscar con pasión el bien de las personas, por encima de ideologizaciones. El verdadero progreso de un país no es la exclusiva de los partidos políticos o los sindicatos. Y estemos bien protegidos ante los "cantos de sirena" que al inicio de esta primavera nos llegarán, repletos de silicona, rencor y coacciones.

Como antes comenté, aunque son tiempos difíciles y complejos, “more challenge”, más reto, también más mérito. Ahora tenemos la gran oportunidad de llegar al fondo de lo que son las cosas, de saber priorizar, de implicarnos, de superar egoísmos y prejuicios, de luchar por la felicidad de los demás, que también será la nuestra. Como aquel niño y su profesor, nos sorprenderemos de tantos detalles como los demás tienen con nosotros; y tantos que podemos tener nosotros con los demás. ¡Si queremos, claro, viva la libertad!

 
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