Sr. Rajoy, la clave es la educación

A propósito de las necesarias y urgentes reformas de todo tipo que es preciso acometer en nuestro país, me dice un amigo que "la buena intención" no es cualidad más apropiada para un gobernante que para un médico. Y pienso que eso es lo que todos pedimos que supere con más claridad el flamante presidente de Gobierno. Del acierto del Sr. Mariano Rajoy van a depender muchos asuntos vitales y aunque se están tomando decisiones de calado y valientes, saber explicarlas, que tengan continuidad, en la fuerza y en el tiempo, y poder aunar voluntades en lo prioritario, va a ser lo más difícil de todo.

Se han de afrontar importantes cambios que no sean pan para hoy y hambre para mañana. Quiero detenerme en lo que respecta al mundo de la educación pues creo que la crisis económica no nos deja pensar en el futuro con suficiente perspectiva. Precisamente, impulsar una educación de calidad será apostar por ese futuro.

Es aquí donde el nuevo ministro de Educación, Sr. José Ignacio Wert, ha de mostrar el valor de tener valor, superar la insostenible maraña estatalista, hacer que los poderes públicos hagan más capaces de éxito a nuestros jóvenes y de elección a las familias.

Parece que seamos adictos al paternalismo, que hayamos renunciado a los principios de control que han de impedir al Estado intervenir en la vida privada de la gente. Estaremos de acuerdo en que la vitalidad de un Estado viene dada por la de cada uno de sus miembros. Por eso, ningún sistema socioeconómico y educativo que se precie ha de poner palos en las ruedas de un equilibrado desarrollo de las personas. Entiéndase: libertad de educación, protagonismo de las familias, educación integral, estímulo del mérito, oportunidades reales de empleo al finalizar los estudios... Para eso, no se ha de rehuir el tratar ningún tema conflictivo: serán la libertad de los padres y la dignidad de los profesionales de la educación los márgenes básicos que todos hemos de atender y estimar siempre, incluso en medio del contexto de crisis económica.

Hace unos días, reclamaba el Sr. Wert poder llegar a una coincidencia en el diagnóstico de los fallos de la enseñanza en España, porque la situación actual ha llevado a una "cultura de la mediocridad, de castigo de la excelencia, que a quien está castigando es a las oportunidades de futuro de la sociedad española". No puedo estar más de acuerdo, aunque todo se quedaría en palabras estupendas pero ineficaces si no conseguimos que baje rápidamente el dramático 46% de jóvenes españoles que están en paro.

Parece oportuna y razonable la determinación de pasar de cuatro cursos a tres en la Secundaria Obligatoria y aumentar de dos a tres el Bachillerato, aunque eso es prácticamente contar con una nueva ley educativa, sobre todo por el resto de cambios que arrastrará. Pero, toda España sabe que para superar de verdad el abandono escolar y la falta de excelencia es preciso consolidar, prestigiar e incentivar los estudios de Formación Profesional, que deberán ir directamente relacionados con el mercado laboral.

La Formación Profesional debe ser dignificada, con sólidos y eficaces acuerdos entre centros educativos y empresas; además de poder hacer realidad ese "learning for life", con unas instituciones sectoriales estatales que sin duda han de tener un importante papel regulador u organizador de la oferta formativa.

Sí, es posible mejorar la Formación Profesional, hacerla más atractiva y "cualificadora" para los que no quieren estudiar pero sí formarse en un oficio; sin aparcar algunas buenas ideas que en esta línea deseaba asentar el equipo de Ángel Gabilondo en el Ministerio de Educación. Como es un asunto de Estado, tanto el PSOE como el PP y CIU han de poder consensuarlo. Y la intervención de la Sra. Fátima Báñez, ministra de Empleo, se hace muy precisa, para aprovechar sinergias entre ministerios y dar consistencia práctica a todo lo curricular.

Necesitamos, aquí y ahora, políticas educativas sin complejos ni prejuicios. Es así que nuestras universidades podrán estar más valoradas y serán referencia en investigación. Y aunque no todo es cuestión de presupuesto, no hemos de olvidar que la inversión de España en educación siempre aparece por debajo de la media de la UE y lejos de la media de la OCDE (estamos entre los nueve países del grupo de 36 que no llega al 5% del PIB).

 

En fin, si somos capaces de relacionar políticas de empleo con política educativa tendremos soluciones estructurales para un problema que es también estructural. Y como una población activa bien formada genera más y mejores posibilidades para desarrollar sectores tecnológicamente adelantados y con mayor valor añadido, los trabajadores podremos ofrecer, en un contexto en continua evolución, la suficiente polivalencia, movilidad y competitividad.

Sin caer en fulanismos, que sea Jorge Sainz González, hasta ahora Subdirector General de Investigación de la Consejería de Educación y Empleo en la Comunidad de Madrid, Jefe de Gabinete del ministro Wert es un buen síntoma. Y el futuro Secretario (o Secretaria) de Estado del ramo parece que también puede ser de parecido perfil.

Pues, desde aquí les deseo el mayor de los éxitos, a todos nos va mucho en ello. Y que no olvide el Sr. Rajoy que la clave es la educación.

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