De la vergüenza de Amara a la apoteosis del Estado laicista: ni Misa, ni San Fermín, pero Otegi sonríe

Es muy posible que en el encuentro “exclusivo” PSE-Batasuna se buscaran, entre todos, fórmulas para hacer tragar a la sociedad la píldora de la legalización y eso sin que desaparezca la ley de Partidos y sin que cambien las condiciones democráticas.   Ya verán ustedes cómo a alguien se le ocurre algo entre las cañerías y los grifos de La Moncloa para que se llegue a esa legalización de los etarras.   Y después, todo será coser y cantar por más que Rajoy se empeñe en la vaciedad esa de declararse libre de los contenidos y compromisos que Zapatero pueda alcanzar con ETA. Sólo faltaba eso.   Lo que Rodríguez Zapatero negaba hace pocas semanas, lo que Fernández de la Vega reputaba como imposible un viernes tras otro en la referencia de los Consejos de Ministros, y lo que Blanco razonaba entre serio y recatado, se ha producido. Otegi sigue metiendo goles. Lo que no se sabe –a la vista de ciertas informaciones que atañen muy directamente a algunos policías y miembros de partidos políticos vascos- es, si cuando los batasunos chutan a puerta, la defensa mira para otro lado y el portero hace a propósito la estatua.   Todo suena a tongo, a pactado con anterioridad -¿cuántos años atrás?-, y a que lo único que se negocia y se discute es la forma en la que se vende la mercancía averiada a los españoles.   Lo que iba a pasar lo sabía –y desde hace un año- una señora, Pilar Ruiz, que vio cómo la ETA asesinaba a su hijo Joseba Pagazaurtundúa y envió una carta premonitoria a sus compañeros del Partido Socialista de Euskadi y que el mismo jueves increpaba con dureza a Patxi López y al Presidente del Gobierno y Secretario General de los Socialistas.   Significativo –al menos hasta el momento de escribir estas líneas- el silencio del lehendakari. O ya se ha resignado a quedar al margen, cosa difícil de entender, o está esperando mejores momentos para relanzar el Plan Ibarretxe e intentar ponerse al frente de la manifestación.   El Partido Popular denuncia, se querella, acusa y tacha la reunión de inmoral. Suena demasiado a recurso del pataleo y eso no puede satisfacer a nadie, aunque no milite en la derecha.   La tragedia de Valencia ha ensombrecido y llenado de tristeza una semana que -en la agenda de previsiones- tenía en portada la presencia de S.S el Papa Benedicto XVI en el Encuentro Mundial de las Familias y el otro encuentro, el de Patxi López con Arnaldo Otegi.   Los accidentes son eso, accidentes. Lo que hay que hacer es investigar las causas y trabajar para que esos accidentes no vuelvan a ocurrir aunque, por su propia naturaleza, sean inevitables. Apoyo a las familias de las víctimas que dieron un ejemplo impresionante, el mismo de todos y cada uno de los valencianos.   Ya se ha conseguido el estado laico -mejor dicho, laicista- en España. Casi revolotea el espectro feo de Azaña cuando dijo aquello de España ha dejado de ser católica. Una risa aquella ocurrencia de don Manuel.   Pero para risa de verdad lo del concejal agnóstico de Pamplona. Un figura este Javier Eskubi que no quiso gritar el tradicional Viva San Fermín  tras el “chupinazo” y gritó –ingenioso él- Vivan las fiestas de San Fermín. Donde haya un político coherente que se quiten todos. Menos mal que la Alcaldesa Barcina lo arregló y posibilitó que todos pudiéramos escuchar un sonoro Viva San Fermín.   Quien sí ha sido coherente es Rodríguez Zapatero. No va a asistir a la Misa del Papa el domingo en Valencia. Pues me parece bien.   Además, los miembros del Gobierno están muy ocupados en otras comparecencias. Léase, sin ir más lejos, la de la Ministra de Cultura, Carmen Calvo, en la manifestación del día del orgullo gay (con minúscula), que se prestó, servicial ella, a llevar con sus propias manos la pancarta, codo con codo con el no menos servicial Llamazares, que tampoco estará en la Misa del Papa. Eso es solidaridad.   Hipocresías, las mínimas, aunque siempre hay una cortesía, también mínima, pero cortesía al fin. Claro que ¿qué iba a pintar el Presidente de un Gobierno que se quiere cargar la verdadera familia, y que llama familia a cualquier cosa, en la Misa de las Familias?   Y ¿qué iba a pintar Fernández de la Vega? Pues nada.   Eso, sin contar con el calculado riesgo de una -más que probable- no muy cálida acogida por parte de las FAMILIAS así, con mayúscula, sin aditivos ni conservantes.

 
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