Batacazo a la europea

Los franceses, una vez más, han ido a lo suyo. Y hacen muy bien. Los que no fuimos a lo nuestro hemos sido los españoles que, por un prurito absurdo, no supimos decir "no" a algo que no nos beneficiaba.

Ahora que "Niza" sigue en vigor, a la espera de lo que ocurra definitivamente con el Tratado, resulta que nos damos cuenta de que "Niza" nos favorecía y de que el Tratado nos perjudicaba.

La desinformación en nuestro referéndum fue clamorosa y han sido los franceses los que nos han abierto los ojos. Si hiciéramos lo que dice Giscard -volver a votar- es muy dudoso que, en España, volviera a salir el "sí".

Europa, más que una mentira, es una entelequia. Una especie de magma perdida entre las nieblas de Bruselas y de Estrasburgo que sólo interesa a los que viven de la burocracia de unos despachos en los que nadie sabe lo que se hace. Es una constante histórica desde Carlos V o Carlo Magno, pasando por Napoleón o De Gaulle o Giscard.  La novedad de ahora consiste en que nace como contraposición a los Estados Unidos, y así es muy difícil construir nada. Construir contra algo o contra alguien es imposible.

Los franceses se han dado cuenta y han renunciado paladinamente a un liderazgo ramplón como el que les otorgaba Rodríguez Zapatero en la campaña a la que acudió para apoyar el "sí" de Chirac. Un liderazgo sobre un volcán no interesaba a los empresarios franceses, que miran más allá del Atlántico desde las ventanas de sus cuentas de resultados.

El resto es la nada. Aunque se empeñen en Bruselas, en Estrasburgo, en La Moncloa o en El Elíseo, a Europa le queda mucho camino por recorrer. Estamos más cerca de la "Europa de las Patrias" de De Gaulle que de la Unión Europea del euro.

Después de la cornada que los franceses han dado a Europa, no va a ser fácil recomponer la figura y muchos de los políticos han dejado demasiados girones de piel en el intento. Chirac, aunque se aferre a la Presidencia de la República y tire por la ventana a un Primer Ministro, no ha salido bien parado y su carrera política se ha acabado.

Rodríguez Zapatero, que bastante tiene "con lo que tiene dentro", tampoco está para muchos trotes. Shröeder lo pasa mal en Alemania y Blair no va dar  paso sin contar con los Estados Unidos. Y Europa no quiere ser como se han empeñado los políticos que sea.

Mal pinta el horizonte europeo. Y pocos atractivos, como para entusiasmarse, van a encontrar en la Unión los nuevos socios de la Europa del Este.

 

Los franceses, una vez más, han sido los más listos: "Europeos sí, pero antes franceses".

Una lección que deberíamos aprender de los Pirineos para abajo.

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