Carencia de asesores

Hace bien Arnaldo Otegui en aceptar el puesto de asesor que le ofrecen en Cataluña para la cosa esa de la decisión y de la independencia. Hace bien porque no todos los días encuentra uno trabajo en la situación en la que está Otegui; y lo de las carreras universitarias y aquello de la redención de penas por el trabajo ya no se lleva o se lleva menos.

Como dice Alfredo Pérez Rubalcaba –tolerante él- ‘por escrito, que haga lo que quiera’ o sea que podemos tener un nuevo Cervantes en la prisión de Argel escribiendo maravillas, mientras otea el pequeño trocito de cielo azul que se divisa desde el ventanuco de la sórdida celda.

Pero resulta que la decisión de las instituciones catalanas, ejerciendo como una ETT, no ha gustado a todos y, como era previsible, algunos se lo han tomado a mal, porque no todo el mundo es tan liberal en estas cuestiones como Alfredo Pérez Rubalcaba.

En cualquier caso lo que sí extraña es la carencia que se observa en Cataluña, en ámbitos que defienden esa cosa del derecho a decidir o de la autodeterminación o la inmersión o la independencia, de juristas, expertos, técnicos -o como se quieran denominar- en eso de los derechos del pueblo catalán. No parece normal que después de tantas idas y venidas y de tantos dimes y diretes y de tantas comisiones (dicho sea sin acritud) no se encuentre ningún autóctono, nadie con la suficiente pureza de sangre -y hablando catalán, por supuesto- para que pueda evacuar (dicho sea también sin acritud) el pertinente informe, y haya que recurrir a un charnego por muy Arnaldo Otegui que sea.

Seguro que en Cataluña existe esa persona.

Incluso aunque esté en la cárcel.

 
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