Europa no se entera

Por mucho que nos lo quieran vender, por las razones que sean, Europa nunca se ha enterado muy bien de ‘lo nuestro’, cosa que es preocupante o – lo que es más grave- no se quiere enterar.

Es como si la Leyenda Negra y el paso del Gran Duque de Alba por países que pertenecían a la Corona española, siguieran vigentes en el imaginario de los europeos o de algunos de ellos. Parece que solo servimos para ir de emigrantes, hacerles la paella en verano y para partir jamón.

Naturalmente que las cosas han cambiado para bien y, con los altibajos normales, nos codeamos en los foros  del viejo continente, hemos ocupado y seguimos ocupando puestos importantes y despachos grandes en Bruselas y en Estrasburgo y hasta se nos alaba por nuestra trayectoria frente a la crisis.

Pero en cuestiones más graves, léase terrorismo y los recientes acontecimientos que protagonizan significados etarras, las cosas no están tan claras ni son tan positivas.

Una directiva europea no es más que eso, tiene una fuerza relativa y obliga más bien poco. En esto de las directivas europeas nos pasa como con lo de la Constitución Europea o como con el Plan Bolonia para la enseñanza universitaria, nos ponemos al frente de la manifestación, miramos para atrás y en la marcha y tras la pancarta, vamos nosotros y cuatro más.

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Al menos, no todos, pero sí algunos jueces se han apresurado a cumplir la directiva europea y, como consecuencia, a estas horas hay etarras, condenados a penas importantes, en la calle, porque habían cumplido en Francia, años de prisión por delitos cometidos allí, años que se les computan aquí a efectos del cumplimiento.

Como diría en alguna de sus películas  Alfredo Landa, ya somos europeos.

El problema no es que Europa no se entere. Es que nosotros tampoco.