Limpieza de corrales

En las llamadas plazas de temporada, al final del ejercicio taurino, se organiza una corrida que se denomina de ‘limpieza de corrales’. Se trata de lidiar y despachar los toros que, por cualquier razón, no han podido salir al ruedo, han sido desechados en los reconocimientos y tampoco han tenido su utilización como sobreros. Son toros que pueden estar pasados de edad y que hay que lidiar. Hay que dejar ‘limpios’ los corrales para la temporada siguiente.

Algo parecido está pasando con los últimos meses de la legislatura. Ha comenzado una especie de carrera en pelo por sacar adelante iniciativas, medidas y leyes que permanecían en el limbo de los cajones ministeriales y que antes de que se acabe el tiempo hay que intentar darles salida.

En ello se afana el Partido Socialista y lo hace, como mínimo,  con la abstención del Partido Popular que quiere encontrarse los ‘corrales limpios’ cuando, se supone, gane las próximas elecciones y se instale en el poder.

A todo ello hay que sumar las medidas , fundamentalmente financieras, fiscales y de política económica que la crisis –léase la señora Merkel- obliga a tomar a nuestros gobernantes. Como, además, Rodríguez Zapatero no tiene más freno que las necesidades electorales de Pérez Rubalcaba y ya está en las nubes –si es que alguna vez no estuvo en ellas- y todo le sale por una friolera, asistimos a una serie de Consejos de Ministros que tan pronto crean un impuesto, como reponen otro, como suspenden una ley, como pergeñan un pacto con los nacionalistas o arman la bronca con los que se quieren separar de España.

Alguien ha definido, con motivo de la apertura del año judicial y el informe del Fiscal General del Estado, la justicia como un caos. Es evidente que la denominada administración de justicia no atraviesa uno de sus mejores momentos y así leemos cada día sentencias, de toda índole, que sólo cabe calificar de demenciales, llegan noticas de las carencias de medios y de las disensiones en el mismo seno de la judicatura.

Las fuerzas de seguridad se salvan gracias a chalecos antibalas que ellos mismos han adquirido con sus propios medios y la calle sigue siendo patrimonio y campo de acción de los pocos en detrimento de los más.

Y mientras tanto se legisla a uña de caballo y son muchos los parlamentarios que se lamentan de la falta de tiempo –ocho años- para acabar su ‘faena’ legisladora.

Por eso llaman más la atención los planes de futuro del presidente del Gobierno y hasta no dejan de ser extrañas las huidas de ministros en ejercicio que no quieren saber nada de Pérez Rubalcaba y que vuelven a sus cuarteles de toda la vida.

Pero el gran problema es saber si, con la ‘limpieza de corrales’, desde el Consejo de Ministros no se estará gobernando sin ton ni son. Y más con la que está cayendo.

 
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