Maduro o la ‘repera patatera’

Como diría Santiago Menéndez, con su exquisito lenguaje parlamentario, Nicolás Maduro es la ‘repera patatera’. Un presidente de una república como Venezuela, por muy bolivariano que sea y, aunque se nutra de las no menos exquisitas ideas de Podemos, no puede insultar impunemente al presidente del Gobierno de una nación como España.

Lo que le pasa a Nicolás Maduro con España y con Mariano Rajoy –Podemos aparte- es de libro. Desde el acercamiento de Estados Unidos a Cuba, es evidente que se queda cada vez más solo en sus delirios. Se queda solo porque otros países de la cuerda, como por ejemplo Ecuador, van por otros derroteros. Maduro, como le ocurría a Chaves, siempre tiene que recurrir al enemigo exterior; el enemigo exterior que era Estados Unidos se le esfuma por momentos y, por momentos, tiene que acercarse a Obama para paliar su soledad y, en estas condiciones, ningún enemigo mejor que España.

Ante los insultos de Maduro caben dos posturas: o se hace caso omiso y se opta por el desprecio más absoluto, o se responde con toda contundencia, pese a las empresas y entidades que pese.

Claro que con Mariano Rajoy cabe siempre una tercera vía que es la de esperar, amagar diplomáticamente, procurar no hacer sangre y que escampe.

Lo que ocurre es que cuando se insulta al Gobierno de España y a su presidente, se insulta a España y a los españoles, y eso ya es harina de otro costal. Las componendas diplomáticas pueden valer a un presidente e incluso a todo un gobierno, pero ya es más dudoso que le sirvan a toda una nación.

Que Nicolás Maduro es la ‘repera patatera’ a la vista está, pero que se le debería contestar adecuadamente en nombre de una nación tampoco es una posibilidad a desdeñar.

 
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