Ojitos

Debe de ser cosa del talante, pero lo de los ojitos de Rodríguez Zapatero a los homosexuales resulta raro. Ahora hay que mirarles a los ojos. Sólo Rodríguez Zapatero sabe a dónde vamos a llegar, porque se empieza mirándose a los ojos y acaba uno en Doñana o en el Azor.

Puedo asegurarle al Presidente del Gobierno que jamás he tenido a los homosexuales por ciudadanos de segunda y eso que ni soy del Partido Socialista ni del Partido Popular. Siempre los he tenido por homosexuales y punto. Y siempre que he hablado con alguno de ellos o he mantenido una relación amistosa o de trabajo les he mirado a los ojos.  Como personas tienen todos mis respetos, siempre y cuando como personas los merezcan, lo mismo que los heterosexuales.

Lo de los ojitos es demagogia de lo más barata e impropia de un dirigente político que cuenta con una amplísima confianza de los electores. El señor Rodríguez Zapatero sabe muy bien que lo que se discute y se pone en berlina es su empeño -también electorero- por llamar matrimonio a algo que no lo es por su propia naturaleza.

Legisle el señor Presidente del Gobierno para que las parejas de homosexuales tengan plenos derechos civiles en todas las materias, igual que los tienen los demás ciudadanos, pero deje en su sitio la institución del matrimonio, que además es la base de la familia que, a su vez, es la base de cualquier sociedad. Confundir eso con asuntos morales, religiosos, ideológicos o de cualquier tipo de creencias, es solamente ganas de enredar y de oscurecer una gestión desafortunada y errática.

No hay que mirar a los ojos a nadie para que cada uno sepa dónde está él y dónde están esos familiares, conocidos o compañeros de trabajo a los que aludía Rodríguez Zapatero. Puede tener por seguro el Presidente del Gobierno que somos muchos los españoles que antes de que él llegara al Gobierno, e incluso antes de que se sentara en el Congreso, sabíamos perfectamente cuál era el problema de la homosexualidad y cómo respetar esas formas de vivir la sexualidad, siempre y cuando esa vivencia sea respetable. Ese respeto ni es exclusivo de él ni mucho menos él lo ha inventado.

Y puestos a hacer la demagogia de los ojitos, son muchos los ojos a los que el señor Rodríguez Zapatero no puede mirar de frente y, si lo hiciera, posiblemente tendría que bajar la mirada.

 
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