Pesimismo e información

Algunos atribuyen al maestro Miguel Delibes una frase en la que se afirma que un pesimista es un optimista bien informado. El razonamiento del periodista castellano, que sabía mucho de información, no deja de tener su dosis de pesimismo. Parece querer decir que la realidad siempre se presta a un análisis pesimista, lo que supone una visión demasiado negra de lo que ocurre.

Se vive en España una situación difícil. Lo que los medios reflejan cada día es, más que otra cosa, una crónica de sucesos, una reseña de tribunales y una película de serie B, en blanco y negro, con sus delincuentes, sus redadas, sus juicios y hasta con sus cárceles.

Ni el  más optimista de los realistas podría decir que esa realidad es positiva. Tenemos una situación política, económica, laboral y, hasta social, francamente preocupante y, lo que es peor, ni se ven salidas ni se vislumbra quienes pueden sacarnos del pozo.

Pero una de las peores realidades que estamos viviendo es el creciente pesimismo que se está instalando en  todos los ámbitos. Un pesimismo, que puede estar más que justificado, pero del que hay que intentar huir si se quiere salir de la situación actual. El mayor motivo de pesimismo es la ola de pesimismo que se nos ha venido encima. La moral colectiva está por los suelos, los jóvenes andan sin ilusiones, los maduros no ven horizonte claro para sus años de posibles máximos rendimientos y los  componentes de la tercera edad, apenas se atreven a mirar al futuro que puedan tener por delante.

El pesimismo rampante es malo y, aunque justificado, posiblemente no sea justificable. La resignación es palabra de derrota y, lo que es peor, es palabra de los que no se mueven, de los socialmente sedentarios y de quienes no aspiran a salir de esa situación.

Quizás el pretendido éxito de ofertas políticas descabelladas, esté precisamente en la sensación de novedad y de dinamismo que pueden estar aportando a una sociedad estática y sin horizontes.

El error de los políticos al uso está en su incapacidad para erradicar el pesimismo sociológico que se ha apoderado de España. Enzarzados en sus atavismos de siempre, no solamente son estériles ellos, sino que están castrando a toda la sociedad.

No se trata de discutir aquello del vaso medio lleno o medio vacío. Se trata simplemente de ser realistas, sin optimismos ni pesimismos, y darse cuenta de que, a lo mejor, el vaso no está ni tan lleno, ni está tan vacío.

El Rey ha dicho que hace falta un periodismo que despierte conciencias. Y es verdad. Que despierte la conciencia de los que parecen no tenerla y la de quienes están adormilados. Pero, sobre todo un periodismo que genere ilusiones.

 
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