Políticos del banquillo

Del banquillo o del montón. Empieza a proliferar el político que llega al cargo -o a la candidatura- porque no hay otros y porque los otros no se dejan o simplemente renuncian. Es una especie política de suplentes. Eran los que estaban más a mano, los que se han dejado o los que han dicho que sí cuando se lo han propuesto. No es que sean de segunda fila, es que hay casos en los que son de cuarta o de quinta. Y así nos va.

En todas partes cuecen habas y en todos los gobiernos nacionales, autonómicos y municipales, proliferan los políticos que han salido directamente desde el banquillo de los suplentes al cargo pero, una vez más, es Cataluña la que se lleva la palma.

La cosa comenzó con Puigdemont. Enfangado Artur Mas -y con el partido deshecho en pedazos- no era fácil que nadie de las primeras filas se hiciera cargo del embolado que suponía la presidencia de la Generalidad de Cataluña; hubo negativas a todas las propuestas, hasta que apareció el que dijo sí a todo lo que había que decir sí, y llegó Puigdemont a la Plaza de San Jaime.

Ha seguido Roger Torrent en la presidencia del Parlamento catalán. A la vista de lo duras que son las camas de las cárceles y de lo áspero de las mantas, Carmen Forcadell se apresuró a declinar el honor de continuar en el sillón presidencial. Otra vez la búsqueda y las negativas. Se barajaron varios nombres y rápidamente los señalados miraban para otro lado. Y las miradas se dirigieron al banquillo y apareció Roger Torrent, encantado de haberse conocido, y dispuesto, como diría un castizo, a ‘pintar la mona’.

Y ahora que hay varias propuestas –si es que no hay nuevos giros, piruetas y mensajes furtivos- para sustituir a Puigdemont como candidato, vuelven a barajarse nombres de suplentes de tercera y de cuarta. Hasta Junqueras ‘el bueno’ se atreve a proponer dos presidentes, uno fuera y otro dentro. Y es que el banquillo de los suplentes da para mucho.

Y pasa que, la incertidumbre sobre quién ‘maneja mi barca’, va en aumento porque, dada la categoría política de los suplentes, hay que maliciarse que se limitan a cumplir órdenes que, vaya usted a saber, pueden venir de Estremera, de Bruselas, o de un oscuro despacho de la Diagonal.

Lo malo de todo esto es que el nivel –como no podía ser de otra manera, que diría un cursi- desciende de forma alarmante y nos gobiernan o pretenden gobernarnos quienes nunca hubieran debido, ni siquiera ocupar el banquillo.

Claro que a la vista de algunos políticos que son titulares fijos, la escasita calidad de los suplentes no extraña a nadie.

 
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato