Retirarse a tiempo

Con este mismo título, un artículo del profesor Calvo Serer en el que -bajo el paraguas de la figura del general De Gaulle- invitaba a la retirada del general Franco, fue el principio del fin de aquel gran diario de la tarde que era el "Madrid". Abogaba Calvo Serer por una retirada a tiempo. Ahora que vuelve a estar en candelero el tema de la edad de los políticos y del tiempo demasiado dilatado en las poltronas, bueno sería preguntarse si no hay retiradas a destiempo.

Son varios los presidentes autonómicos, con Fraga a la cabeza, que llevan muchas legislaturas al frente de sus gobiernos. El caso de Galicia, que ahora concluye en las urnas; Bono, que acabó en un Ministerio; Chaves; Ibarra e incluso Ibarretxe, hablan de que la continuidad demasiado amplia no es buena.

Todo es opinable. Fue el Presidente Aznar quien -en plena subida de la ola, en el ejercicio del poder y quizás en sus mejores momentos en La Moncloa- hizo la promesa de no prolongar su mandato. Promesa que ha cumplido a rajatabla y cuyo cumplimiento le honra.

Pero ahora que está de nuevo en los periódicos como Presidente de FAES y que Mariano Rajoy habla de lo necesarias que sus ideas son para el partido, para la derecha y para el centro y para la vida política en España, no son pocos los que se preguntan si se trató de una retirada precipitada.

Los políticos están para servir a los ciudadanos que, mediante una elección periódica, retiran y otorgan confianzas. Si ese político goza de esa confianza, está en condiciones de gobernar y su presencia no es indeseable por motivos ajenos a la pura gestión política, es posible que no se entienda muy bien la renuncia a seguir ejerciendo el poder en buena lid.

Puede haber retiradas a destiempo y el devenir de los acontecimientos mostrar lo contrario de lo que se pensó que era bueno en un momento concreto. La renuncia voluntaria al poder siempre tiene buena prensa y, desde luego, la tuvo y la sigue teniendo la de José María Aznar, pero eso no quita para que sean muchos los sectores que ahora, con los acontecimientos a la vista y sin necesidad de hacer futurología, se pregunten si la marcha fue acertada.

¿Era necesario que un político en pleno éxito, con la experiencia adquirida y con un bagaje muy positivo en sus años en La Moncloa renunciara a seguir trabajando en la misma línea siempre que contara con la confianza de los españoles? José María Aznar pensó que sí y estaba en su derecho, pero eso no evita que muchos piensen que fue una retirada a destiempo.

 
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