Sánchez: Hipocresía y mentiras

Ahora que Pedro Sánchez está intentando formar gobierno -dejando a un lado las opiniones y las controversias en torno a las posibilidades de éxito o de fracaso de sus negociaciones, con unos y otros- no estaría de más analizar la personalidad y el perfil político del aspirante, lo que ha hecho y hace, lo que ha dicho y dice y, en definitiva, desenmascarar al que puede ser presidente del gobierno.

Y es fácil hacerlo -lejos de opiniones, valoraciones y especulaciones- simplemente analizando sus declaraciones y sus propias actitudes frente a los problemas surgidos tras los resultados de las pasadas elecciones.

Pedro Sánchez miente excesivamente y muestra un índice de hipocresía bastante elevado.

Tras el encargo del Rey, su intervención en una supuesta rueda de prensa, fue un discurso de investidura en toda regla y, desde ese momento, todas sus intervenciones parecen mítines de campaña electoral. Palabras y declaraciones llenas de promesas que parecen querer convencer, a propios y extraños, de sus excelencias.

Quien perdió las elecciones, se coloca la careta de ganador.

Quien llevó al PSOE a los peores resultados de su historia, se disfraza de líder de una formación a la que ha sumido en la división interna más acusada de los últimos años.

Quien de antemano veta al Partido Popular y a Mariano Rajoy y llega a compararlo con Bildu, afirma ahora que ‘en política no se debe vetar ni formaciones ni personas’.

Quien decía que jamás pactaría con populistas, asevera que ‘los votantes de Podemos no entenderían que no hubiera un acuerdo con los socialistas’.

Quien afirma defender la unidad de España, a vuelta de página, define el problema de Cataluña como una ‘crisis de convivencia’.

 

Quien en diecisiete ocasiones se niega a dialogar con Mariano Rajoy, le acusa de mantener la política española bloqueada por no querer dialogar.

Quien afirma que la negociación exige que todos cedan, dice, en la misma frase, que ‘no se trata de lo que yo ceda o no’.

Quien ha fracasado claramente en las elecciones generales, se permite interpretar el sentir de la sociedad española y ‘mientras pasea’, constata el alivio y la alegría de los ciudadanos ante la posibilidad de que él llegue a la Moncloa.

Quien juega a las espaldas de su partido y sorprende a los dirigentes, declara que Felipe González es su referente y que tiene ‘muy en cuenta sus opiniones’.

Mentiras e hipocresía para dar y tomar, además de tópicos y eslóganes más que manoseados: ‘propósito de que el paro baje significativamente’; ‘regeneración democrática’; ‘gobierno de progreso y cambio’; ‘una España unida, diversa, limpia y justa’.

Quien se ha quedado en 90 diputados, no se recata de decir que ‘en estos 18 meses he aprendido a dar la vuelta a las encuestas’.

Y en el colmo de la hipocresía, quien constantemente lanza insultos a derecha y a izquierda, no duda en aconsejar a sus colaboradores que, ante todo ‘contesten con respeto’ a sus interlocutores.

Mentiras e hipocresía que conviene no olvidar antes de analizar pactos y negociaciones.

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