La Semana. ETA marca la agenda política española y señala a nuestros gobernantes de qué deben discutir

Nuevamente es la ETA quien marca la vida política española y quien dice a nuestros políticos de lo que tienen que hablar y de lo que tienen que discutir y además es la banda terrorista la que tiene a los ciudadanos en vilo pendientes de dónde estallará la próxima bomba –eso sí, sin muertos- o de que forma explosionarán el artefacto propagandístico.

Esta vez es el sarao que han organizado, única y exclusivamente, como instrumento de propaganda y para mostrar su fuerza a la sociedad, amén de llegar a la mesa de negociación –que haberla hayla- con un valor añadido.

Esa es la realidad porque nadie puede pensar a estas alturas que Batasuna organiza un congreso al uso de un partido político normal para discutir unas ponencias o para aprobar unas líneas de actuación política. Pero el PNV, siempre al quite, ya nos ha dicho a los españoles, por boca de su portavoz don Iñigo Urkullu, que ETA y el Ejército son primos hermanos y mientras, el Fiscal General del Estado pide informes a la policía sobre las actividades de Batasuna. Un primor.

El Gobierno del señor Rodríguez Zapatero ha decidido hacer la vista gorda y mirar hacía otro lado. El pecado de omisión es tan grave –muchas veces más grave- que el pecado de acción y en política las omisiones pasan factura de forma más contundente que las acciones equivocadas.

ETA protagoniza la semana, cuando aún no se han apagado los ecos de la Pascua Militar y dentro del propio PSOE hay una ofensiva clara contra el Ministro de Defensa.

El Estatuto Catalán fue el centro único de la conversación posterior a la cena en La Moncloa del Presidente del Gobierno con los prebostes autonómicos del Partido Socialista.

Las versiones –más o menos filtradas y más o menos interesadas- de lo que se dijo en la cena, nos muestran un Gobierno a la defensiva aguantando el chaparrón de las reivindicaciones de los presidentes autonómicos. El problema de todos ellos es claro y algunos como el de Castilla La Mancha hablaron claramente de desgaste y coste electoral. Es evidente que quienes tienen que poner su cara en un cartel electoral no pueden pasar más tiempo aguantando el nubarrón de las reivindicaciones de los nacionalistas catalanes. Y esas exigencias son cada vez mayores. No hay más que ver al señor Puigcercós que ha vuelto a las fotos de perfil con don Alfredo Pérez Rubalcaba al fondo y a las camisas oscuras, y eso siempre ha sido presagio de nuevos incordios de los nacionalistas catalanes.

Y cuando don Pasqual Maragall insinúa que va a dejar en la estacada a Convergencia i Unió se monta el pollo y hay que rectificar urgentemente.

La que no va a tener que rectificar es doña María Teresa Fernández de la Vega que ha dejado muy claro y ha sido hasta contumaz en sus declaraciones: “La palabra nación no va a aparecer en el articulado del Estatut”. Y puede que sea verdad porque ya se ha pactado que sea el preámbulo el que recoja que Cataluña es una nación. Lo que no sabemos es qué diferencias observa la Vicepresidenta del Gobierno, jurista ella, entre una ubicación u otra, porque el final está cantado: en el Estatut se dirá que Cataluña es una nación, que es de lo que se trataba según don José Luis Carod Rovira. En esto del Estatuto de Catalán, vuelve a insistir don Joaquín Leguina y dice que lleva una bomba dentro pero sigue siendo predicar en el desierto de los intereses políticos del señor Rodríguez Zapatero.

 

Tras las Pascua Militar no vienen bien dadas en el Ministerio de Defensa y –a parte de que el Ministro está en el objetivo de muchos de sus correligionarios- también el señor Bremer se permite el lujo de insultar a nuestros militares en Irak. Una delicia este caballero cuya memoria en aquel país es mejor olvidar lo más rápidamente posible.

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