Tópicos, lugares comunes y ruedas de molino

Cuando se escucha decir a sesudos analistas que los políticos pagan y pagarán sus errores en las urnas y se suman, es un poner, los votos de Puigdemont en Cataluña, incluso al que tenga la menor cantidad que se despache de espíritu crítico, deberían saltarle las alarmas. Pero las alarmas no solamente no saltan sino que vamos haciendo nuestras, esas ideas y esos planteamientos sin tan siquiera pararnos a hacer un mínimo examen crítico.

La sociedad española es muy dada a comulgar con tópicos, lugares comunes y ruedas de molino cada vez más grandes. Un trágala perfectamente admitido por el común de los mortales.

Ahora que es tiempo de balances, a lo mejor, no sería ocioso ponernos frente a algunos de esos ‘sucedidos’ que están en todo y en todos y formular algunas dudas.

¿Por qué hay que pensar que la democracia es, única y exclusivamente, cosa de mayoría y de votos?

¿Es de recibo que haya que cambiar la Constitución con el argumento de que hay españoles que no la votaron porque ni siquiera habían nacido?

¿Por qué en tantos sitios gobiernan los perdedores y están en la oposición los ganadores?

¿Por qué nos dicen eso de ‘como no podía ser de otra manera’ cuando hay miles de maneras de hacer eso que dicen?

¿Por qué cuando no llueve ni hace viento, suben la electricidad y el gas y cuando llueve y hace viento no bajan?

¿Sabe alguien dónde está el dinero de una transferencia que inmediatamente sale de la cuenta emisora, hasta que llega a la cuenta receptora?

 

¿Son creíbles esos anuncios en los que las empresas nos enseñan a ‘consumir menos cantidades’ de sus productos?

¿Por qué la publicidad trata de convencernos de que somos dueños de grandes almacenes, tiendas, concesiones y negocios sin cuento, con aquello de ‘tu concesionario’, ‘tu supermercado’, ‘tu restaurante’, ‘tu óptica’, tu farmacia…?

¿Por qué es tan fácil darse de alta en cualquier servicio y es tan difícil darse de baja?

¿Sabe algún ciudadano normal que es eso de las ‘alertas de colores’ o el ‘nivel cero’ del plan invernal de emergencias, por las inclemencias del tiempo y qué es lo que hay que hacer en esos casos?

¿Y sabe algún ciudadano normal en qué consiste eso de ‘salir escalonado’ en las fechas de los masivos desplazamientos por carretera?

¿Alguien ha pensado qué dirían Agustín Lara o Pedro Chicote si vieran como está la Gran Vía de Madrid?

¿Por qué los partidos de fútbol y la actuación de los contendientes, se juzgan por ‘ocasiones y posesión’ y no por el número de goles marcado por cada equipo?

¿Por qué los minutos que se agregan al tiempo de los partidos de fútbol se denominan descuento?

¿Alguien se cree los resultados de las encuestas y las votaciones que monta Carmena para ‘cargarse’ las calles y las plazas de Madrid?

¿Por qué algunos portavoces de algunos ayuntamientos (tan descreídos ellos) usan ese tono monjil (en el peor sentido de la palabra) en sus comparecencias? ¿Será para engañarnos?

¿Hasta qué punto un ‘honrado carterista’ puede reinsertarse y regenerarse en prisión, teniendo que compartir celda con algún político?

¿A quién se le ocurrió el nombrecito ese de ‘abrefácil’?

Y la gran pregunta, la suprema duda de la sociedad occidental: ¿sabe alguien qué es lo que llevan apuntado en esas tarjetas que portan en sus manos, los presentadores que, en televisión, nos informan del deporte?

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