Viernes de Carnaval en la Moncloa y felicitaciones laicas en la Zarzuela entre neblinas tempraneras

Tras el fiasco del pasado año con el montaje de la felicitación de la Familia Real, estas Navidades se ha optado por felicitaciones sin conservantes ni colorantes. Bien.

Lo que pasa es que ha llamado la atención que entre la nieve que rodea la residencia de los Reyes y los calcetines de Papá Noel que arropan a la Infanta Leonor no es fácil encontrar el menor atisbo de que la Navidad –para los creyentes- tiene algo que ver con el nacimiento del Hijo de Dios.

Claro que sin disfrazarse de Papá Noel –y sin armar el belén- Zapatero y Rajoy montaron su propio carnaval en La Moncloa. Viernes de carnaval y vaya usted a saber si no será un viernes de dolores. Al final, como otras veces, nada de nada. Declaraciones, reproches, exigencias, sospechas, intuiciones, fintas y –posiblemente- engaños.

Para cualquier democracia occidental medianamente asentada no es buena noticia que sea noticia un encuentro entre Gobierno y Oposición. No tendría que marcar un antes y un después en la vida política y debería ser normal este tipo de entrevistas. Pero ya que las circunstancias -y las atípicas relaciones entre Rajoy y Zapatero- hacen de estos encuentros acontecimientos comentados y controvertidos no estaría de más que sirvieran para algo.

A lo mejor sí son útiles, pero esa supuesta eficacia no trasciende a la opinión pública, que sigue teniendo la sensación de oscurantismo y afán por ocultar las cosas. Hay demasiadas filtraciones en el supuesto proceso de paz en el País Vasco y, en eso lleva razón el Gobierno, no es bueno que los rumores y los dimes y dirites puedan con la información. Pero cuando no hay información lo que surgen son, precisamente, los rumores, los dimes y los diretes.

Y, en medio, se cuela el espectro de Josu Ternera y una comparecencia más que penosa del Ministro del Interior. El truco del no hay nada relevante de qué informar está muy visto y ya no sirve ni de coartada. Los ciudadanos tenemos derecho a saber qué está pasando y qué se está negociando con nuestro mandato electoral, y seremos los españoles los que decidamos qué es relevante y qué no lo es.

Y poco más dio de sí la tan esperada cita monclovita, a no ser que hagamos cuentas con las discrepancias -discretas y silenciosas- en el Partido Popular donde más de uno no está de acuerdo con las repetidas y estériles escenas del sofá. Pero esas mismas voces reconocen que la habilidad de Rodríguez Zapatero está en no dejar a Rajoy más salida que la de acudir cada vez que le llama a La Moncloa porque, en este caso, sería peor el remedio que la enfermedad y si el “opositor” no fuera a la cita quedaría muy mal parado ante un sector de la opinión pública.

Pero alguien tiene que decir de una vez por todas que lo importante ya –en este momento concreto- no es si se negocia o no con la ETA, sino qué se está negociando. Esa es la cuestión.

La ETA sigue su marcha y los políticos la suya. Tras el retraso de Jaime Ignacio del Burgo todos los grupos parlamentarios rechazaron la proposición del Partido Popular sobre aquello de que Navarra no entraba en la negociación. ¿Quiere esto decir que para esos grupos Navarra sí entra en la negociación? Ya estamos con las nebulosas.

 

Pero para despejar el camino ya tenemos a Esquerra y a su representante en “el extranjero” Joan Tarda que, pese a estar en territorio extraño, en vez de cantar “Suspiros de España”, nos dice eso de la secesión, de cargarse las provincias, el ejército y hasta de cambiar en España –el país vecí- el sujeto de la soberanía. Pues para ser el país vecí no está mal.

Artur Mas sigue con sus lamentaciones y ahora nos confiesa que èl y Zapatero, en la famosa escena no del sofá sino del cigarrillo, quedaron en que en Cataluña gobernaría la lista más votada. ¿Engañó Zapatero a Mas? ¿Tragó Zapatero frente a Montilla? Más nebulosa.

Es que tenemos una vida política que parece que va renqueante y en silla de ruedas, como el caballero de la manifestación de las víctimas del terrorismo que ha sido masacrado por el Partido Socialista y adláteres.

Es curioso que Blanco se indigne porque un partido político defienda y apoye a las víctimas del terrorismo, y afirme sin ruborizarse que se las defiende para desgastar al Gobierno. ¿Quiere eso decir que el Gobierno no está a favor de las víctimas? Más nebulosa. Pero, con niebla o sin ella y con la que está cayendo, no deja de ser curioso que nuestros políticos centren su batalla, preelectoral o no, en una persona que acude a una manifestación en silla de ruedas porque es poliomelítico.

Y, como siempre, en épocas de mucho viaje por carretera y con el tristísimo accidente de los onubenses que acudían a Madrid para ver a su equipo, nos enteramos de que el 13% de nuestras carreteras son de alto riesgo.

Con esta cifra no es extraño que la Dirección General de Tráfico, no “pueda conducir por mí”. No se atreven.

Y, para finalizar la semana, en el colmo de las neblinas políticas, va la Ministra de Medio Ambiente y la toma con las corridas de toros. Y es tal el desconcierto que uno no sabe si en los belenes esos que tiran los maestros a la basura ya no se pueden matar toros o en las plazas de toros Herodes tendrá prohibido matar inocentes. Un lío.

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