El ‘amarrategui’

Uno de los mayores problemas que tiene Albert Rivera es lo que se ha dado en llamar ‘el resto de España’. El líder de Ciudadanos arrastra una visión de la política española demasiado escorada hacia Cataluña y eso le resta perspectiva y hace que le cueste avanzar en su propia definición como presidenciable, ahora que las encuestas parece que le están llevando en volandas a La Moncloa.

El último incidente -provocado por lo que muchos han denominado rabieta infantil- prueba una vez más que a Rivera le cuesta abandonar el cascarón que, para su salida al mundo de la política, supuso Cataluña.

No es lógico que quien apoya a un gobierno en minoría, aprueba los presupuestos y colabora con el gobierno popular y lo hace, en muchas ocasiones, contra viento y marea, dé un portazo que no venía demasiado a cuento.

Es difícil de entender que, a estas alturas, a Rivera le parezca poco de fiar la aplicación del 155 y que además tache la gestión del Gobierno de ‘blanda’.

Es muy posible que Ciudadanos tenga razón al juzgar de ‘blanda’ la aplicación del artículo de marras en relación a lo que sucede en Cataluña, y que Mariano Rajoy esté dejando demasiados hilos sueltos en su gestión del proceso independentista, pero ni la forma ni la materia concreta escogida como pretexto de la ruptura, son de recibo.

Por eso Albert Rivera ha dado pie a comentarios y juicios que van desde calificar su actuación de infantiloide, hasta no ver en su política más que puro oportunismo. Y es que de todo eso hay en la política de Ciudadanos; pero no es de ahora, es de siempre y, posiblemente, haya que buscar las razones en Cataluña y no solamente en el proceso independentista.

Hay quienes ven un ataque de celos ante los coqueteos de Rajoy con el PNV, pero es que esos coqueteos, nos gusten o no, no son de ahora y que cinco diputados tengan en un puño al Gobierno, no es culpa del PNV ni de quien se ve obligado a coquetear con ellos, sino de los que pudieron y no quisieron y pueden y no quieren cambiar la ley electoral porque, en el fondo, siempre les ha ido bien tener el colchón de votos nacionalistas.

Tan bien por lo menos, como a Rivera en su feudo catalán aunque eso le cueste entender al resto de España y, lo que es peor, que el resto de España le entienda a él.

Encuestas aparte, por supuesto.

 
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