El año pasado por agua

‘El año pasado por agua’ es el título de una zarzuela de Federico Chueca que tuvo un cierto éxito de crítica y público.

El agua todo lo diluye, lo rebaja, lo deja un poco ‘ligth’. Comienza el año político pasado por agua y, como ocurre con los huevos, es la forma de hacer todo menos fuerte, menos agresivo más digerible. Incluso los sapos que cada día nos tenemos que tragar los españoles, con agua, entran mejor.

Por eso no tendría nada de particular que las goteras en el Congreso de los Diputados sean una premonición del año político que nos espera. Una gotera que igual es el presagio de un curso en el que no nos vamos a enterar de nada de lo que de verdad interesa. Hasta que entremos en las verdaderas batallas electorales –que, dicho sea de paso, es lo único que preocupa a nuestros políticos- nos va esperar un año aligerado. Más de lo mismo y aquello de no nos pisemos la manguera unos a otros que va a ser peor.

En medio, tendremos los juegos más o menos florales de algunos procesos judiciales. Peticiones de dimisión de Pérez Rubalcaba dirigidas a Mariano Rajoy. Insinuaciones de Rajoy al follón andaluz de los socialistas. Salidas de pata de banco de los nacionalistas y camisetas con unas u otras inscripciones. Algunos coletazos del frustrado Madrid olímpico. Y poco más.

Pero de lo importante, de lo que de verdad se está jugando, o no nos enteraremos o nos enteraremos a medias. El caso Bárcenas. Los asuntos de Urdangarín. La verdad de Andalucía, incluidas las elecciones. Los pactos entre Mas y Rajoy o al menos las conversaciones. Las primarias en el Partido Socialista. Los movimientos de sillas en el Partido Popular. Lo que nos quiera decir Obama. Lo que nos quiera decir Merkel. Etc. Pasarán por la opinión pública sin romperla ni mancharla, incluida la tan manoseada Ley de Transparencia.

Todos serán asuntos pasados por agua, serán como huevos al ‘baño maría’, que hay que ponerles sal para que sepan a algo.