El árbol caído

En Valencia se ha caído el árbol de la RTVV. Con independencia de que la desaparición de un medio de comunicación siempre es dolorosa, al menos para los profesionales de la comunicación, convendría hacer unas reflexiones en relación a los medios de titularidad pública.

En cualquier sociedad moderna los medios de titularidad pública son esencialmente necesarios por la simple razón de que algo tan importante para esa sociedad, en su conjunto y para los ciudadanos considerados individualmente, no puede dejarse en manos de los intereses privados, por muy plausibles y por muy legítimos que sean esos intereses.

Sentada esta premisa, habrá que analizar la gestión de esos medios públicos y sus contenidos. La gestión económica, financiera y de personal, además de una absoluta transparencia tiene que estar al servicio de los objetivos que ha de tener cualquier medio de comunicación, más los específicos de un medio público que han de centrarse precisamente en el servicio a la sociedad y en cubrir las lagunas que por unas razones u otras no pueden atender los medios privados, tales como la cultura, la divulgación o la atención a las minorías; Todo esto por lo que a los contenidos respecta.

Si ese medio no está bien gestionado, si produce pérdidas, si es un patio de monipodio y, además, sus contenidos están al servicio de los políticos de turno, habrá que tomar las medidas necesarias por muy dolorosas que sean. Hasta ahí, de acuerdo.

Pero también hay que decir que no han pasado segundos de la decisión del presidente valenciano cuando los medios privados se han dedicado a hacer leña del árbol caído en Valencia y a intentar sacar astillas de los otros árboles que aún no han caído, pero que pueden caer en cualquier momento, a juzgar por cómo algunos políticos  -no ajenos a desastres de gestión- se han apresurado a cubrirse las espaldas y a hablar de posibles decisiones ‘a la valenciana’. En este caso, de forma perfectamente lógica, los medios privados arriman el ascua a la sardina publicitaria y al asunto de la doble financiación. En su mayoría llevarán razón. Pero no la llevan quienes aprovechando la coyuntura arremeten contra los medios de titularidad pública.

Arréglense los desaguisados de emisoras estatales, autonómicas o municipales y no se cargue, sin más, contra la existencia de medios de comunicación públicos.

 
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