Del astronauta al entrenador

Pepu Hernández.
Pepu Hernández.

Dando por sentada la valía personal y mucho más la profesional del candidato de Sánchez, no parece una elección acertada para dirigir una ciudad con millones de habitantes, un presupuesto ingente y la primera de España y una de las más importantes de Europa y del mundo.

La elección del candidato del Partido Socialista para el Ayuntamiento de Madrid que -motu proprio- ha hecho Pedro Sánchez, es una más de sus frivolidades –y no sabemos si improvisaciones- a las que nos tiene acostumbrados.

No se trata de si hay o no hay que someterse a elecciones primarias, ni tan siquiera si esas elecciones nacen prostituidas por la designación a dedo que ha hecho el secretario general de los socialistas. De lo que se habla, de lo que deberían hablar los madrileños, es de la bondad de la elección.

Ya hay antecedentes en la designación del ministro de Universidades. No se ha podido averiguar todavía la aptitud de un astronauta para ministro de Ciencia, Innovación y Universidades. Tampoco los madrileños tenemos constancia de la idoneidad, para ser Alcalde de Madrid, de un entrenador de baloncesto, brillantísimo por cierto, y que consiguió con la selección los más altos galardones del baloncesto mundial.

La elección de candidato que ha hecho Pedro Sánchez, no parece la más acertada para dirigir una ciudad con millones de habitantes, un presupuesto con cifras elevadísimas y que es la primera de España y una de las más importantes de Europa y del mundo.

La amistad con Sánchez no es un baldón ni un borrón en el curriculum de ningún candidato, pero tampoco es un aval de cualidades, ni promete una gestión eficaz.

Aunque las relaciones entre el aparato de Ferraz y los socialistas madrileños no son las mejores, en esta ocasión albergan el mismo resquemor y en ambas sedes se escuchan, en cuanto se aplica el oído a cualquiera de los socialistas que deambulan por allí, reproches y críticas sin sordina.

Los socialistas madrileños se sienten despreciados, postergados y ofendidos porque, además de no haber sido consultados, no entienden muy bien la elección de alguien de fuera para una candidatura que podía haber sido perfectamente ensamblada entre los propios socialistas.

En Ferraz, tras la negativa de primeros espadas del socialismo a la propuesta de Sánchez, no esperaban se dice ,”una cacicada de tan bajo perfil y de una imaginación desbordada”.

 

A esos rechazos, habría que añadir el malestar patente de la candidatura de Gabilondo en la que se teme una más que posible contaminación.

Sánchez, además de comprometer muy seriamente el futuro del Partido Socialista en Madrid, ha convertido las tan cacareadas primarias, en una pantomima de mal gusto.

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