Las avalanchas de inmigrantes y el “macrobotellón” dejan a los políticos fuera de juego

La actualidad y los problemas que preocupan esta semana a los españoles de a pie, son otros y de ellos hay que ocuparse aunque por desgracia no podamos abstraernos de los otros. Los jóvenes españoles han convocado o, por mejor decir, han venido siendo convocados a un macrobotellón que se celebró la pasada noche de viernes. Un “fiestón” que preocupaba -y con razón a la vista de los resultados- a las autoridades, a los padres, a los educadores y a todos los que tengan dos dedos de frente. En Barcelona, la cita se transformó en una batalla campal que acabó con 54 detenidos y 68 heridos leves, la mitad de ellos agentes. Las cifras son escalofriantes . Los jóvenes españoles a los 14 años se emborrachan más de 30 veces al año. Eso supone una media de dos o tres al mes. Una costumbre a la que algunos hasta encuentran una cierta gracia. Desde cualquier punto de vista que se contemple, una sociedad que permite, o propicia o estimula o simplemente no condena enérgicamente esos comportamientos, es una sociedad enferma, en el más estricto sentido de la palabra, y, además, es una sociedad con un porvenir enfermo. Naturalmente que hay jóvenes estupendos, trabajadores y estudiantes que sacan adelante sus estudios o su trabajo, que se divierten, que forman una familia y que luchan por una sociedad mejor, pero lo que ha ocurrido en la práctica totalidad de España, en ciudades pequeñas y grandes, es grave y debería dar que pensar a los responsables políticos, a los padres y a los educadores. También da que pensar la avalancha —que se ha convertido en invasión- de inmigrantes que llega a nuestras costas y esta semana muy concretamente a aguas canarias. La situación en las Islas se ha convertido en alarmante y las autoridades piden ayudas y toda clase de garantías para frenar la riada. Son demasiados cadáveres y demasiados seres humanos abandonados a su suerte como para que el Gobierno haya decidido tan tarde reunirse con las autoridades mauritanas y poner freno al caos. El problema es el cómo y no parece que haya muchas soluciones. Las verjas que se ensayaron en las fronteras con Marruecos pueden ser inoperantes en el mar y la riada de muertos convierte el viaje en tragedia. Son muchos los españoles que miran con miedo la situación y que reclaman a las autoridades medidas eficaces y además —en este momento-, urgentes. Cumpleaños feliz del Partido Socialista por sus dos años de Gobierno. Una vez más, frente a asuntos como los dos anteriores, el Presidente del Gobierno vive en su Arcadia feliz. Y ahora se va a dedicar a cumplir. No es muy afortunado el eslogan tras dos años de Gobierno. ¿Cumplir con qué, en qué, cómo y con quiénes? Los frentes se dice en Ferraz son muchos y no hay ninguno cerrado y mucho menos bien cerrado. Pero la foto sonrientes —aunque a Alfonso Guerra no sonriera- está ahí y no va a ser fácil explicar el por qué de esa felicidad y de esas sonrisas a los padres de los chicos del botellón a los canarios invadidos. Dice José Blanco que “las cosas tienen su momento y se sabrán —se refería al pretendido proceso de paz- cuando se tengan que saber”. El enfermo tiene sus derechos y uno de ellos el de saber. Esa sociedad enferma de terrorismo tiene derecho a saber si se negocia, y qué se negocia, aquí y ahora, no cuando lo decida Blanco. Mientras, no podían faltar las anécdotas menores. El Embajador de España en el Vaticano, ya ejerce. Dice Vázquez que la ley de los matrimonios homosexuales fue “una ofensa gratuita al Vaticano”. Puede ser verdad, pero además fue una agresión -no sé si gratuita- a muchas más instituciones, gentes y personas. Y las que se sintieron agredidas —sensibles ellas- por Eduardo Zaplana fueron las Diputadas de Izquierda Unida y del PSOE que salieron en defensa de las actividades lúdicas y bailonas de Fernández de la Vega. Pues ni baila tan bien, ni iba tan disfrazada, ni fue para tanto, ni venía a cuento el plante de las diputadas.

 
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