Belarra, si todo es familia, la familia deja de existir

No solamente se trata de polarizar a los españoles, de dividirlos en bandos y clasificarlos en militancias, sino que se intenta hurtar a los jóvenes todo atisbo de espíritu crítico, de capacidad de juzgar actitudes políticas y conocimientos para valorar, y en su caso rechazar, gestiones no siempre plausibles y nada acordes con los verdaderos derechos de la persona.

Belarra camufla la gravedad de su ley de la familia, en la imbecilidad de las denominaciones.

A saber: Familia… Monomarental, monoparental, joven, transnacional, con mayores necesidades de apoyo a la crianza, reconstituida, inmigrante, intercultural, retornada, en situación de vulnerabilidad, en el exterior… y luego están las parejas de hecho, las parejas unidas en matrimonio y hasta las personas solas que, insólitamente, son catalogadas como familia.

Eso sí, todas con sus derechos, fundamentalmente el derecho a cobrar algo, en concepto de lo que sea.

Algunos se preguntarán por la familia numerosa. Esos son los fachas que tienen nostalgia del franquismo y que quieren perpetuar los privilegios de las clases opresoras y coartar las libertades en aras de un patriarcado intolerable.

Es lo que tiene lo de la militancia, que se empieza haciendo bromas de los niños, de las niñas y de les niñes, y se acaba atacando frontalmente a la familia. Y esos ataques no son ninguna broma porque están destruyendo desde sus cimientos a la propia sociedad y, al mismo tiempo, están creando el caldo de cultivo para la germinación de una nueva mentalidad que sirva de vivero de votos en una sola dirección y para unos intereses muy concretos.

No solamente se trata de polarizar a los españoles, de dividirlos en bandos y clasificarlos en militancias, sino que se intenta hurtar a los jóvenes todo atisbo de espíritu crítico, de capacidad de juzgar actitudes políticas y conocimientos para valorar, y en su caso rechazar, gestiones no siempre plausibles y nada acordes con los verdaderos derechos de la persona.

La familia es el verdadero reducto de la libertad por cuanto en su seno no priman nunca intereses bastardos ni apetencias inconfesables y destruyendo a la familia, se acaba con los últimos residuos de una libertad que la ideología comunista -que es en la que milita sin tapujos  una de las formaciones de la coalición de gobierno y de la que Belarra es una de sus defensoras más destacadas- tiene más que probada sus intentos por hacerla desaparecer, cosa que logró y sigue logrando en países y naciones, de todos sabidos por fracasados y totalitarios.

Lo que ocurre es que esos afanes liberticidas que ponen su objetivo en la familia, no son incompatibles con la ignorancia, la estulticia y la memez de quienes los protagonizan. 

 

Podría ocurrir que Belarra y la cohorte de quienes han parido los nombrecitos y las denominaciones de los distintos tipos de familia, fueran “personas con mayores necesidades de apoyo a su intelecto”.

Y es que a lo mejor el “progenitor varón” o la “progenitora hembra”, sufrieron, en el parto de las susodichas, “violencia obstétrica”. 

Que todo es posible.

La carcajada: Dice Conde-Pumpido refiriéndose a la elección de los jueces del Tribunal Constitucional: “Los requerimientos de apariencia de imparcialidad, deberían ser más exigentes”-

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