Las bicicletas no son para el verano

Las bicicletas, al menos en Madrid, no son para el verano...ni tampoco para el invierno. Las bicicletas son para esas ciudades planas, urbes con avenidas sin una subida, por débil que sea, para ejercicios deportivos, para mantenerse en forma y para disfrutar del aire libre.

Pretender que un madrileño, en plena canícula o en un desapacible día invernal, deje el coche en casa y vestido normalmente para acudir al trabajo, lo haga a lomos de una bicicleta es, cuando menos, risible.

Por mucho que la alcaldesa Carmena y la concejala de la cosa Sabanés, se empeñen y nos quieran obligar a los madrileños a quemar el coche y a circular en bici, Madrid no es Amsterdam, ni nuestras cuestas son las calles planas de muchas ciudades del centro de Europa.

El día que veamos a las dos amantes del deporte subidas en su bici, remontar, por ejemplo, la Cuesta de la Vega, hacer el trayecto desde la Glorieta de Atocha a la Plaza de Antón Martín, circular alegremente, melena al viento, por la calle del Ave María desde Lavapiés a Magdalena, escalar la calle de los Tres Peces, subir desde Cibeles a la Plaza de Castilla o pasar pedaleando por debajo del Viaducto, calle de Segovia arriba, camino de Puerta Cerrada, transitar en dos ruedas desde la Plaza de España a la de Callao, ese día, los madrileños, sea invierno o sea verano, con calor o con nieve, nos uniremos a la caravana y hasta ensayaremos algún que otro sprint.

Mientras, que nos dejen tranquilos. Que los que quieran pedalear, pedaleen y los que quieran ir en coche puedan hacerlo con las menores trabas posibles.

Vamos, circular en coche como si se pagara un impuesto por circular.

 
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