Por la boca… Compañeros y compañeras

Ya ha acabado el congreso del Partido Socialista y sin darnos cuenta estamos en plena campaña electoral para la Junta de Andalucía y para ver quién se queda, por fin, con el Gobierno del Principado de Asturias. El caso es no parar.

Pero la actualidad se la llevan el PSOE y el flamante secretario general Alfredo Pérez Rubalcaba que, ya en su primer discurso, enseñó ‘la patita’, ‘patita’ que –cómo no- iba envuelta en ropajes anticlericales sacando a colación los acuerdos con la Santa Sede cuya simple mención, como todo el mundo sabe, arranca ovaciones enfervorizadas entre los socialistas porque son el no va más en modernidad, progresía, libertad y, por supuesto, democracia.

Es curiosa la idea que tienen los políticos españoles de lo que es ganar unas elecciones, las que sean. Gana el Partido Popular por mayoría absoluta y los socialistas se apresuran a acusarle de tomar medidas acordes con su ideología, ideología que es precisamente con la que ha alcanzado esa mayoría absoluta.

Gana Pérez Rubalcaba y a sus conmilitones del otro lado les parece inapropiado que ponga en la ejecutiva del partido precisamente a los que mantienen sus mismos planteamientos para gobernar el socialismo, planteamiento por el que ha sido elegido. Hay cosas que no se entienden.

Pero en cualquier caso a lo que hemos asistido en Sevilla –ciudad tan taurina- ha sido a una reaparición. El titular, cual si de un espada famoso se tratase, bien podría haber sido: ‘reaparece Rubalcaba’. A Rubalcaba, siempre en el argot taurino, le habían retirado los públicos y le habían despedido con una lluvia de almohadillas, porque eso fue lo que pasó el 20 de noviembre cuando el ahora reaparecido cosechó la derrota más amplia del Partido Socialista en toda la historia de nuestra democracia.

Pues reaparece Rubalcaba y reaparece con su estilo, con sus maneras y hasta con los vestidos de torear que tenía en el armario. Lo que pasa es que en las reapariciones los públicos siempre esperan al reaparecido un poco de uñas. Que si vuelve por dinero, que si ya está viejo, que si va reaparecer en plazas de segunda, que si es un ventajista, que si está quitando puestos a los jóvenes, etc. etc.

Las reapariciones no son del gusto de todos y la de Pérez Rubalcaba, menos.

Ahora toca hacer oposición. Ya no valen los discursos y además de las elecciones andaluzas, a las que se presenta nada más y nada menos que el recién elegido presidente de los socialistas –lo de Griñán no es una reaparición sino una resurrección-, Pérez Rubalcaba tiene que lidiar con una Carmen Chacón que le va a volver a disputar la candidatura para las generales de dentro de menos de cuatro años.

Y pensar que lo importante son los acuerdos con la Santa Sede…

 
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