Por la boca… El Estatut, por fin

Esta semana podría haber sido la semana de la salida triunfal de la presidencia de turno europea, pero lejos de eso ha sido la semana de la salida por la puerta de atrás de una gestión que se ha saldado con más sombras que luces y con más pena que gloria.

Pero como ‘un clavo saca otro clavo’, nos ha quedado una semana redonda con la sentencia del Estatut, la huelga del metro en Madrid y hasta el pase a los cuartos de final del mundial de Sudáfrica.

El torrente de declaraciones tras la publicación de la sentencia del Constitucional sobre la inconstitucionalidad o constitucionalidad del estatuto catalán no se ha hecho esperar y con el torrente de declaraciones, la sarta de vaciedades y lugares comunes que, en su mayoría, también eran de esperar.

Supuesto que la sentencia no iba a agradar a nadie, o lo que es lo mismo, iba a gustar a todos, todos han echado su cuarto a espadas, desde el molt honarable hasta ‘la princesa que pesca en ruin barca’

Por ejemplo, para Gaspar Llamazares la sentencia no ha acertado: ‘No comparto ni el fondo ni la forma. Su contenido es conservador, restrictivo y corporativista’. Pleno siglo XVIII, incluida la peluca blanca.

Rajoy contemporiza. No por gallego sino por político que se cree que ya lo tiene en la mano. A lo mejor no sabe el qué pero cree que lo tiene:’Responsabilidad y serenidad, porque no es momento para excesos, hay que mirar al futuro con ánimo de concordia’. Se está convirtiendo en un político-valium a marchas forzadas y eso no gusta mucho en Génova.

Y Guerra, por el que sí pasan los años, se siente extrañado ‘porque el President de la Generalitat pida que los ciudadanos se manifiesten en sublevación contra la sentencia, se ha salvado –dice- el 95% del texto’. Lo que pasa es que son muchos los españoles que se extrañan de que Alfonso Guerra se extrañe.

Pero el que se ha cubierto de gloria con sus declaraciones ha sido Montilla. Está como nunca entre la espada y la pared, y la espada militar aprieta porque Carmen Chacón, que no quiere que Guerra se extrañe, no va a acudir a la manifestación. El caso es que Montilla se descuelga, va y dice: ‘La sentencia no ayuda a reforzar los lazos con España’. ¿Qué lazos?, ¿Las pancartas del Camp Nou, las leyes que el Parlament ha promulgado sin esperar al Constitucional, la situación del español en Cataluña?

Pero sale Benach y lo aclara: ‘La sentencia provoca una crisis de estado’. Seguro que no lo hubiera dicho desde el coche que era medio coche medio despacho y que pagamos los del estado de la crisis.

 

Y Más y Durán, con la sardina siempre sobre el ascua a ver lo que cae: ‘Hay necesidad de un gobierno fuerte, estable y serio, y sentar unas nuevas bases de relación con España’. ¿Adivinan quiénes y qué partido debe de formar ese gobierno? Y es que aquí el que no corre vuela.

Hablando de correr y del metro de Madrid, dice Esperanza Aguirre, tan castiza ella: ‘Si esto no es una huelga política, que venga Dios y lo vea’.

Pero para aclarar lo que es una huelga legal, nadie como el portavoz del comité, el compañero Vicente Rodríguez: ‘Si hay que entrar a matar, mataremos’, ‘si hay que reventar Madrid, lo reventaremos’, ‘si no nos hacen caso somos capaces de todo’.

Aunque la nota intelectual, como siempre, la ha puesto Fernández Toxo: ‘Es la primera muestra de visibilidad del descontento de la sociedad española y de los trabajadores’. ¿Descontento? ¿Por qué y contra quién?

Eso sí, como dicen ‘Cruz y Raya’, respetos al máximo. El orgullo gay que no nos lo toquen ni los maquinistas del metro.

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