Por la boca… ¿Estudias o trabajas?

Rodríguez Zapatero nos tenía acostumbrados a la inanidad de sus palabras y a lo vacuo de sus razonamientos, pero las tonterías, las auténticas memeces, las dejaba para los ministros de su Gobierno. Aún recordamos con hilaridad los dicharachos de Magdalena Álvarez o los razonamientos de Miguel Sebastián. Últimamente el relevo lo había tomado con gran brillantez Bibiana Aído y siempre, desde el Gobierno o desde el Partido, Blanco mantenía el tipo. Pero ahora el presidente ha decidido coger el toro por los cuernos y, con las elecciones a la vista, es él en persona el que se encarga de esa tarea.

Claro que lo que ha dicho sobre el paro lo podía haber dicho en La Moncloa en vez de decirlo en Noruega y nos habíamos ahorrado, primero el viaje y después el bochorno internacional.

Rodríguez Zapatero ha hecho un descubrimiento como otros hacen un puzzle, o petit point, o meten barquitos en una botella. Es como si lo del paro fuera una especie de hobby para él, y su distracción consiste en dedicarse a los descubrimientos y a los experimentos de laboratorio. Ha descubierto varias cosas: los desempleados que están haciendo cursos de formación están trabajando; España es un buen laboratorio para experimentar nuevas ideas sobre el paro y la peor crisis es la del pesimismo, la desconfianza y la resignación. Y lo ha dicho en Oslo sin perder la sonrisa.

O sea, que si el parado va al INEM y hace un curso de albañilería para ver si encuentra trabajo como informático, ya no está en el paro sino que está trabajando para su país. Eso es un experimento modélico que se hace en el laboratorio español y que nos tienen que imitar otros países, y además ya ni el presunto parado está pesimista, ni desconfiado ni resignado. Pura delicia. Lo peor es que el parado no se entera y a lo mejor sigue molesto e incluso pesimista. Y es que ni sabemos lo que tenemos ni somos capaces de apreciarlo.

Este es el hombre que gobierna en España y que se permite el lujo de afirmar que enseguidita se va a crear empleo, y lo dice a los dos minutos de que su saliente ministro de Trabajo ponga fecha a tres años vista para comenzar a crear puestos de trabajo.

Las declaraciones de Rodríguez Zapatero no han podido ser más funestas. Una vez más, el calibre del disparate es tal que nos hace dudar de sus pretensiones de engañar, de ganar tiempo, de permanecer en el poder a toda costa y hace que se sospeche que se cree lo que dice, que obra de buena fe y que, en definitiva, no da más de sí.

Lo que pasa es que, en este caso, el remedio que nos permite no pensar que obra de buena fe, es peor que la enfermedad de constatar, junto con la supuesta bondad, la falta de capacidad para gobernar y, en cualquiera de los dos casos, es como para estar asustados.

Y seguimos con un Gobierno con desmedidos afanes de cambio: si a los parados les dice que son trabajadores, a la guerra la llama escenario bélico. Ya ni nuestros niños van a poder cantar las típicas canciones de corro porque a ver quién puede rimar aquello de ‘Mambrú se fue a la guerra’ cantando ‘Mambrú se fue al escenario bélico’. Un lío.

 
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