Por la boca… Felipe González y el perejil

Felipe González es el perejil de todas las salsas que se cocinan en el Partido Socialista. No deja de ser curioso que, después de tantos años de abandonar la política más o menos activa, siga siendo el único referente. Extraño, no por referente, sino por único.

Desde que Carmen Chacón se autodenominó como ‘la niña de Felipe’, nadie que esté inmerso en las convulsiones de los socialistas, ha podido o ha querido quedarse sin el abrazo público del antiguo líder. El hecho es más que significativo, no porque González no haya acumulado méritos, sino porque en este tiempo, ya dilatado, los socialistas no encuentren a nadie capaz de ser ese referente.

Tras Felipe González vino el rosario de nombres para ser líderes y de candidatos que pretendieron serlo Desde Borrell o Almunia, pasando por Chacón o Bono, hasta llegar a Rubalcaba o al mismísimo Rodríguez Zapatero, ninguno ha logrado el aura del sevillano.

Bien es verdad que, de todos los nombres, el único que llegó a presidir un gobierno fue Zapatero que, paradójicamente, era, con mucho, el más ‘flojito’ de todos.

Cuando hay un acontecimiento, preferentemente electoral, o algún desaguisado interno, baja Felipe González de su particular Sinaí a impartir doctrina y todos, no solamente callan, sino que se apresuran a buscar el abrazo, el asentimiento y la unción que, entre los socialistas, solamente él imparte.

El pasado fin de semana el neófito que buscó la unción fue Pedro Sánchez. Un Pedro Sánchez que, a pesar de los pesares de unas primarias problemáticas, de los desplantes de Susana Díaz, de los silencios ominosos de Carmen Chacón o de las ‘faenas de Rodríguez Zapatero o de José Bono, buscaba con denuedo la foto del abrazo y las palabras litúrgicas de la unción: es mi secretario general y tendrá mi apoyo hasta el final aunque nunca tuvo mi voto. Esto dijo Felipe González dejando a todos con una doble incógnita: ¿apoyo mientras sea secretario general? ¿no me parece el mejor que tenemos y por eso no tuvo mi voto?

Felipe González como todos los gurús que imparten doctrina, gusta de dejar frases en el aire, apoyos en la duda y opiniones en la niebla, para que la puerta del ‘yo ya lo dije, yo ya lo había advertido’ quede siempre abierta. Porque, sin ir más lejos, cabe preguntare si era tan necesaria la confesión de que él no había votado a Pedro Sánchez para secretario general de los socialistas.

Quizás por eso, Sánchez no ha querido referirse al ‘apoyo’ del ex presidente del Gobierno.

Y es que hay apoyos que matan aunque se aderecen siempre con el mismo perejil.

 
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