Por la boca… Protagonista necesario

El artículo 28 del vigente Código Penal alude a la coautoría de un delito y el 29 a la cooperación necesaria para la comisión del hecho delictivo. Que se sepa ningún artículo de ninguna Ley referente a nuestro derecho procesal se refiere al protagonista necesario para la instrucción de una causa; pero es evidente que el juez José Castro se ha convertido desde hace mucho tiempo en el protagonista necesario para toda la instrucción referente al ‘caso Urdangarín’ y muy especialmente al caso ‘Infanta Cristina’.

Sin las idas y venidas ‘ramposas’ del juez, sin su moto, sin su casco, sin su indumentaria descamisada e informal, sin sus sonrisas enigmáticas a las cámaras, no hubiera sido tan posible el que se ha dado en llamar juicio mediático.

Si cualquier día en Palma de Mallorca se encuentra al juez en un bar o cafetería con un grupo de amigos moteros, diciendo aquello de ‘infantas a mí’ no hay que extrañarse lo más mínimo, sería de lo más normal. Da la sensación de que lo que para cualquier magistrado hubiera sido un verdadero ‘marrón’, para el juez Castro constituye una auténtica satisfacción que él apura hasta las heces del cáliz.

Eso sí, cuando llega la Infanta, la llama doña Cristina o señora, se pone corbata y hasta es de suponer que ha lavado la moto.

Ahora se ocupa denodadamente en investigar las fotos y los vídeos que andan por ahí y que se han publicado en portadas. Todo controlado, desde el punto de vista tecnológico, pero la información salía de la sala como si de una traducción simultánea se tratara. ¿Alguien lo dudaba? ¿Lo dudaba el juez Castro?

Divertidas las declaraciones ‘a priori’ de algunos de los abogados. A las nueve de la mañana, es decir casi 9 horas antes de que el juez diera por terminado el interrogatorio, ya había abogados que anticipaban sin el menor rubor lo que iba a declarar la Infanta y que el interrogatorio no serviría para nada.

Claro que si las 400 preguntas que se dice que se hicieron eran del tenor de la que se refería a que si ‘su padre le ha demandado por no devolverle el dinero que le prestó para comprar la casa de Pedralbes’, todo era más que previsible. Incluidas las -al parecer- respuestas evasivas de doña Cristina.

Un protagonista necesario que salía del juzgado, casco en mano, que se acercaba a los micrófonos, que se ponía el casco y que se iba rampa arriba caballero en la moto, también necesaria para subir algunas rampas.

 
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