Por la boca… Rubalcaba, santo varón

Por mucho que en su propio partido quieran quitarle de en medio y por mucho que esos aires de fronda vengan con olor a Tajo toledano, Pérez Rubalcaba sigue siendo el mismo de siempre. Otra cosa es que lo que ha hecho siempre, siempre sea de recibo.

Su sentido de la oportunidad es proverbial. Ha bastado que Rajoy visite en el Vaticano al Papa Francisco y que comience la campaña del Impuesto sobre la Renta de las personas Físicas, en cuya declaración los contribuyentes que lo deseen pueden marcar la casilla correspondiente a la Iglesia Católica para que el secretario general del Partido Socialista, vuelva –nunca se ha ido- por sus fueros y arremeta contra la Iglesia en forma de petición de transparencia.

Pero ¿es el mismo político que hace varios meses dijo enfáticamente que presentaría sus cuentas? Pero ¿es el mismo político que aún no las ha presentado? Pues sí.

Por mucho que esté de moda lo de la transparencia, pedir a estas alturas transparencia a la Iglesia Católica se antoja un pelín oportunista. Seguro que habrá muchos ciudadanos que estén de acuerdo en que se les aprieten los tornillos a los curas, pero es que ese no es el problema.

Con independencia de la ingente labor asistencial de la Iglesia, ahí están, por ejemplo, las cifras de comedores o del trabajo ejemplar de Cáritas, el problema está en que Pérez Rubalcaba piense que el pedir transparencia en la cuentas de la Iglesia Católica todavía es rentable, políticamente hablando en España, y el problema estará no en lo que piense Pérez Rubalcaba sino en que realmente siga siendo rentable meterse con la Iglesia Católica.

La broma de los españoles corriendo con un cirio delante de los curas en las procesiones o detrás de los curas en las revoluciones es demasiado antigua y está demasiado vista como para que alguien que aspira –si es que le dejan los aires toledanos- a ser presidente del Gobierno por el Partido Socialista, juegue a demagogia no ya barata sino decimonónica.

Las declaraciones de Rubalcaba se podían haber publicado en 'Las Dominicales del Libre Pensamiento', en 'La traca' o en 'El zurriago' y hubieran hecho un gran papel y a ninguno de los lectores de aquellos tiempos les hubieran llamado la atención.

Ese es el problema, que nos estamos quedando antiguos. Que el atacar a la Iglesia ya lo hicieron otros muchos políticos de izquierdas y el resultado a la vista está.

¿Se pretendía dejar en evidencia la audiencia vaticana de Rajoy?, ¿Desacreditar a los obispos?, ¿Desprestigiar a las monjas?

 

A lo mejor desde las orillas del Tajo alguien lleva razón y es hora de cambiar ideas y personas. Más que nada por el olor a alcanfor del santo varón, que diría el inolvidable Tip.

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