Por la boca… Zapatero se cae del guindo

Una de las grandes virtudes de José Luís Rodríguez Zapatero es llamarse a andana, el yo no he sido, el no tengo nada que ver con esto.

Cuentan de un señor que se cae desde una terraza, la gente se arremolina para ver qué ha pasado, uno pregunta al caído ¿qué ha pasado?, respuesta, no sé yo acabo de llegar.

Después de un montón de años –a los españoles nos parecen muchísimos- gobernando, el presidente se entera ahora de que uno de nuestros más graves problemas es el paro. Pero él acaba de llegar. Es como lo de la llegada de la primavera (nadie sabe cómo ha sido), sólo que al revés. Todos sabemos cómo han venido los casi cinco millones de parados, menos el que los ha propiciado. Bueno, y José Blanco, que también pasaba por allí.

‘Tras la huelga haremos el máximo esfuerzo de diálogo con sindicatos y empresarios, pero la reforma laboral no se tocará’. Vamos, que a la reforma laboral ni reñirla. Y da la casualidad, la puñetera casualidad, de que componendas aparte –que haberlas haylas- entre el Gobierno y los sindicatos (vamos a llevarnos bien) resulta que la reforma laboral está en el epicentro de la huelga. O sea, que se hace huelga porque la reforma laboral no gusta a los huelguistas. Diálogo todo el que se quiera, pero lo que yo decido no entra en lo dialogable.

Dice Rodríguez Zapatero que nadie oirá una palabra de ningún socialista contra los sindicatos. Pues será que tras las bombillas de Miguel Sebastián ahora van a repartir tapones para los oídos, porque en las filas socialistas se oye de todo. Incluso se oye que la huelga es contra Esperanza Aguirre, que ya es casualidad.

Y es que la huelga es rarita y además, como todas las huelgas, se decide en Madrid y de siete a diez de la mañana. A esa hora empezará la guerra de cifras y esa es la hora preferida de los ‘piquetes informativos’ -dicho sea entre comillas así de grandes-, que serán los que digan a los españoles que quieran trabajar si pueden o no pueden hacerlo. Es decir, que informarán si se trabaja o no se trabaja en tal o cual empresa y si funciona tal o cual transporte.

En ninguna de las últimas huelgas generales la gente ha preguntado cuánto dinero le cuesta el día de paro. Ahora todos están informados y el que más y el que menos lo dice en voz alta: No me puedo permitir el lujo de perder tantos o cuantos euros.

Y es que no solamente Rodríguez Zapatero se ha caído del guindo y se ha dado cuenta de que hay crisis, de que hay paro. Son muchos los españoles que lo vienen sufriendo desde hace años.

Pero como en ese momento Rodríguez Zapatero no pasaba por el sitio adecuado, ni se enteraba. Ahora sí. Otra casualidad.

 
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