Por la boca… Zapatero no engaña

Es como lo de la prueba del algodón. José Luis Rodríguez Zapatero no engañó nunca jamás a los españoles cuando a la crisis la llamaba ‘desaceleración’.

Ahora, los políticos han cambiado las memeces de los mítines de fin de semana, por la memeces en los libros que publican y a los que llaman de memorias o de diarios. Con decir que hasta Pedro Solbes se ha creído en la obligación de escribir sus impresiones con carácter retroactivo, está todo dicho.

Pero Rodríguez Zapatero, una vez más, ha dado ejemplo de veracidad. Lo dice en su libro y lo dice a todo el que quiere oírlo. Él no engañó a nadie al decir que no había crisis, lo que pasa es que tardó en verla. Pues bueno. Menos mal que las nubes no circulan demasiado deprisa porque, en su nuevo cometido tras abandonar La Moncloa, no iba a ver ni una. Tampoco vio venir la crisis porque, siendo como es un político veraz por encima de todos los intereses, en cuanto hubiera vislumbrado la más mínima amenaza, nos lo hubiera comunicado inmediatamente a los españoles, incluso aunque hubiera elecciones en el horizonte.

Pero no engañó a nadie. Y es verdad por dos razones. En primer lugar porque todo el mundo, incluido Pedro Solbes –que ya es incluir-, sabía que había crisis y crisis de las buenas. Y en segundo lugar porque, a las alturas políticas en las que estábamos, nadie se creía lo que decía Rodríguez Zapatero.

Ahora se trata, los libros van de eso, de justificar actuaciones y de  contar cómo Rodríguez Zapatero se resistió, cual doncella pudorosa, ante las insinuaciones inconfesables de Europa para que pidiera el rescate. Gracias a su resistencia  numantina -¿o será leonina?- no hemos sido rescatados.

Y además, ahora, tiene la deferencia de contarnos todo en un libro, se supone que con la ayuda de David Taguas y Miguel Sebastián, que estaban más que hartos de Pedro Solbes y de su gestión.

Rodríguez Zapatero no nos engañaría con lo de la crisis pero hay que reconocer que el equipo económico que formó era como para rescatarles a los tres.

Y nosotros sin agradecérselo.