Por la boca… Ahora toca el show de las vacunas

La campaña de vacunación se está desarrollando con cierta polémica, por los criterios de prioridad aplicados en algunas regiones
Vacunación contra la gripe.

Tras la mascarada de las manifestaciones “preparatorias”, tras la desastrosa gestión de la primera ola, tras la esperpéntica desescalada y tras el “escaqueamiento” de Sánchez en la segunda, a ver quién es el guapo que se fía del plan de vacunación.

Sánchez no es que aparezca en televisión, Sánchez, fantasma dónde los haya, es que “se nos aparece” en televisión. Y además, en su afán por el bienestar y la seguridad de los españoles y españolas, de todos los españoles y de todas las españolas, lleva a los ciudadanos con la lengua fuera, sin apenas descanso.

Sin solución de continuidad organizó las manifestaciones previas a la pandemia y enseguida llegaron la primera ola, la desescalada, la segunda ola y ahora el plan de vacunación. Siempre el primero en todo, incluso en las cifras del desastre.

Pero lo que pasa es que tras la mascarada de las manifestaciones “preparatorias”, tras la desastrosa gestión de la primera ola, tras la esperpéntica desescalada y tras el “escaqueamiento” de Sánchez en la segunda, a ver quién es el guapo que se fía del plan de vacunación.

Y cuando Sánchez coloca a los ciudadanos sus discursos, sus mentiras y sus engaños sin previo aviso, todavía tiene un pase (ese pase que dice García Page que no tiene el acuerdo con Bildu), pero cuando sale en la televisión el fin de semana todos se ponen en lo peor y, calculando el número de mentiras, llega un momento que el meollo del discurso (suponiendo que los discursos de Sánchez tengan meollo) se pierde en la nada.

Lo único seguro es lo que todos ya sabían: que la vacuna la han inventado Illa, Simón y Sánchez. Que han sido ellos quienes tras años de trabajo ímprobo han conseguido el fármaco y que con él van a salvar millones y millones de vidas. Eso está claro.

Pero lo que no está tan claro –dado que fueron ellos los que mandaron a sus hijos a la manifestación de Montero, los que cifraban la incidencia del virus en España en uno o dos casos, los que gestionaron tarde y mal la primera ola, los que propiciaron una desescalada caótica y los que miran para otro lado mientras las autonomías dan la cara en la segunda- es que tengan que ser ellos (ya es mala pata) los que organicen las vacunaciones. Y todo eso sin contar con el inestimable concurso de los expertos que trabajan en las mazmorras de la administración sin luz y sin taquígrafos.

Ahora comienza el show de las vacunas y con el show, llegará el aquelarre de las caducadas o sin homologar o de las que no tienen garantías y que vienen sin padre conocido. Ahora es de esperar el baile de declaraciones contradictorias, de medias palabras y de cambios de criterio. Ahora es seguro el follón en el reparto, y las protestas de las autonomías.

Y lo que es peor -una vez que ha vuelto a coger carrerilla, a juzgar por el domingo pasado- que se reanuden las comparecencias de Sánchez en televisión. Y que por el mismo precio, también haya que aguantar el gesto fúnebre de Illa y el tétrico sentido del humor de Simón. Lo que no se sabe es de qué conocía a Sánchez La Malfa, aquel político italiano, autor de esta frase tan a propósito: “Yo no quiero un partido grande, quiero una orquesta que me acompañe cuando canto”

 
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