Por la boca… Barones enmudecidos

Sánchez celebra la victoria del PSOE

Salvo a Podemos y a su jefe Pablo Iglesias, que son los grandes triunfadores, a la inmensa mayoría de los españoles incluidos los políticos, los empresarios, los banqueros y hasta muchos votantes socialistas, preocupa gravemente la situación a la que Pedro Sánchez puede llevar a España.

Una de las grandes carencias de nuestra democracia es, paradójicamente, la falta de democracia interna en los partidos políticos. Quien consigue alzarse con el liderazgo será el candidato y, a poco que le vaya bien en los comicios, ostentará todo el poder del partido, tendrá en su mano la  confección de las listas, designará candidatos a alcaldías y presidencias autonómicas y, lo que es más preocupante, laminará a quienes mínimamente cuestionen sus decisiones o pongan en tela de juicio sus opiniones.

Los congresos y las primarias, no dejan de ser algo perfectamente controlado por el líder de turno - que raramente encontrará contestación- y las tan cacareadas consultas a las bases, son más bien una especie de circo, incluido el número de los payasos, que suele ser una especie de relleno entre domadores y contorsionistas.

Los llamados barones no escapan a ese control y, aunque en privado se desahoguen, en público permanecen sumisos al líder, unos por miedo y otros por precaución y callan o se justifican con declaraciones ambiguas y efervescentes que para nada sirven y en nada modifican la situación.

Lo mismo -aunque por otras razones- sucede con quienes tuvieron responsabilidades en los distintos partidos por muy altas que hayan sido.

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Detenida en Madrid una kamikaze borracha y
con un kilo de cocaína en el maletero

 

Lo estamos comprobando cada día en el Partido Socialista, tras el acuerdo al que han llegado los socialistas de Sánchez y los comunistas de Podemos.

Salvo a Podemos y a su jefe Pablo Iglesias, que son los grandes triunfadores, a la inmensa mayoría de los españoles, incluidos los políticos, los empresarios, los banqueros y hasta muchos votantes socialistas, preocupa gravemente la situación a la que Pedro Sánchez puede llevar a España.

Las declaraciones de Felipe González -que tan esperadas eran en tantos ámbitos, incluidos muchos despachos de Ferraz- se han quedado en algo gaseoso, en un juego de palabras que quiere ser ingenioso y que resulta decepcionante.

Los silencios de Alfonso Guerra o de Javier Solana, son solamente un ejemplo de quienes han “renunciado a existir”. Los Chaves, los Griñán y hasta Susana Díaz, bastante tienen con lo suyo y solamente Rodríguez Ibarra ha levantado en alto una voz abiertamente crítica.

García Page se envuelve en la bruma del Tajo, Lambán se queda a medio camino entre Cataluña y Madrid, Puig juega a todas las barajas y Fernández Vara se refugia en la retórica para no decir nada y el resto, entre nadar y guardar la ropa, da carta blanca a Sánchez para montar el chiringuito del gobierno de progreso con comunistas y separatistas.

Y lo mismo ocurre en otros partidos aunque su situación no sea tan relevante, ni lo que puedan hacer tan preocupante, como el caso de Sánchez y el Partido Socialista.

Y como en estos casos siempre se echa de menos a alguien, son muchos los que añoran los tiempos en los que el asturiano Javier Fernández, tenía algo que decir y mucho que opinar.