Por la boca… De camas y de compañeros. Las falacias de Sánchez

Pedro Sánchez, en el acto de The Economist.
Pedro Sánchez, en el acto de The Economist.

Una de las características del mentiroso es que nadie le cree, nadie se fía de él ni de lo que dice. A Sánchez, diga lo que diga, no le cree nadie. Ni al de antes ni al de ahora (la vicepresidenta dixit, y Pixie)

Quien tuvo y retuvo… Sánchez retiene muchas cosas de su época de baloncestista. Además de la cantera de candidatos procedentes del baloncesto, ha conservado su afán por dejar los balones en el aro, listos para el palmeo y los mates, no solamente de las gentes de su propio equipo, sino también de los adversarios. Que no se puede acertar en todo.

Cuando Sánchez, los fines de semana, se quita la corbata y la camisa azul (azul claro, por supuesto) abandona el aire de estadista y se coloca en modo mitin, comienza a mandar balones a la olla de las mentiras y de las falacias y entonces es muy fácil acudir al rebote y aprovechar sus propios balones para endilgarle puntos y más puntos.

Mientras en Madrid “los cuatro gatos de la derechona fascista” se manifestaban y exigían su marcha y la convocatoria de elecciones, Sánchez, en Santander, ante cientos de miles de simpatizantes -aunque la derecha fascista y retrógrada dice que no fueron más allá de doscientos- comenzó a lanzar balones y más balones, todos ellos propicios al mate y al palmeo.

Una de las características del mentiroso es que nadie le cree. Nadie cree al Sánchez de antes ni al Sánchez de ahora (la vicepresidenta dixit y Pixie)

Dice el baloncestista que la manifestación iba contra su persona.

Falso y falaz.

Su persona, lo que se dice su persona, le importa más bien poco a quienes se manifestaban en la Plaza de Colón. Lo que importa y preocupa es su actuación como presidente del Gobierno.

Dice el baloncestista que hay que resolver el conflicto político de Cataluña por medio del diálogo y evitar la confrontación.

 

Falso y falaz.

En Cataluña no existe ningún conflicto político. El conflicto y el problema es el creado por menos de la mitad de los catalanes que han decidido defender su idea de independizarse de España por medios, modos y maneras, ajenos a la legalidad vigente y al margen de la voluntad del resto de los catalanes y de todos los demás españoles.

Dice el baloncestista que el rechazo a sus presupuestos hace extraños compañeros de cama, porque las derechas y los separatistas se unen para tumbar sus cuentas.

Falso y falaz.

Nadie como Sánchez -que está en La Moncloa por gracia de quienes está, y que se mantiene en la presidencia del Gobierno mendigando votos y apoyos de quienes los mendiga- debería ocultarse y desaparecer cuando de compañeros de cama se trate. Y además, el hecho de que unas y otras fuerzas políticas rechacen sus presupuestos (suponiendo que separatistas, amigos de la ETA y los podemitas comunistas, no los apoyen) en absoluto significa que esas formaciones políticas tengan la menor afinidad, ni ideológica ni de intereses.

Dice el baloncestista que ha roto con los separatistas por que se empecinan en pedir la autodeterminación.

Falso y falaz.

En primer lugar, habrá que ver en qué queda esa ruptura y en segundo lugar, Sánchez sabe que los separatistas piden la autodeterminación, al menos, desde la reunión con Torra -y con el lazo amarillo de Torra- en Pedralbes.

Dice el baloncestista que las derechas piden lealtad cuando están en el Gobierno y son desleales cuando están en la oposición, mientras que él, siempre fue leal al Gobierno de Mariano Rajoy.

Falso y falaz.

La lealtad de Sánchez consistió en montar una moción de censura y llegar a la presidencia del Gobierno -de forma legítima y legal- pero muy lejos de cualquier atisbo de lealtad, ni siquiera a sus propios compañeros de partido, de los que se vengó mediante esa moción de censura.

Pero atención, que nadie se engañe, porque los dislates de Sánchez y sus envíos a canasta para que alguien palmee, no se producen solamente en Cataluña.

Que no se olvide la economía, la enseñanza, la manía con el empleo y la legislación laboral, la deriva internacional, la gestión del orden público y hasta la política penitenciaria con la que, junto a otras concesiones, va pagando sus deudas con los nacionalistas vascos.

Sin ir más lejos.

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