Por la boca… El desprecio mentiroso

Eso de darse importancia a base de displicencias, de ‘cortes’ en las ruedas de prensa y de exhibir un ‘pasotismo’ más bien falso, por muy de moda que está, no deja de ser una muestra de la escasa categoría humana de quienes protagonizan esas posturas.

Hay veces que son producto de un despecho por trayectorias anteriores que no terminaron de forma muy brillante, de rencores por acontecimientos no bien asimilados o de fobias poco explicables en quienes, de la nada, forjaron su porvenir en entidades a las que, si no cariño o agradecimiento, deberían guardar un mínimo de consideración aunque solamente fuera por respeto a uno mismo.

Bien están las rivalidades y que en esa rivalidad cada cual se arrime al sol que ahora le calienta, pero la reticencia sistemática, cuando no el odio más visible, dicen poco del profesional de turno.

Cuando un entrenador de un equipo puntero se jacta de no ver los partidos de sus más inmediatos rivales y aduce su afición a la siesta e incluso presume de no conocer ni siquiera el horario, a lo mejor es que su profesionalidad deja mucho que desear por numerosos que sean los triunfos.

Si uno fuera seguidor del equipo que dirige semejante ‘humorista’, se sentiría contrariado y hasta defraudado, por cuanto se supone que un profesional –y más en la cúspide- tiene la obligación de conocer perfectamente a sus rivales y a quienes están disputando un título, y poner todo de su parte para que sus planteamientos sean los mejores.

Pero como se puede sospechar con todo fundamento que las prominencias faciales del tal, estarán muy pegadas a la pantalla del televisor en el transcurrir de esos encuentros, solamente cabe pensar en una pose tan falsa como ridícula y en un desprecio absoluto por rivales y aficionados, incluidos los del equipo que paga.

 
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