Por la boca… Ni antes, ni después

Pues ni antes ni después. Mejor dicho, el antes ya nos lo sabíamos y el después nos lo imaginamos. Porque un político de ‘tanta experiencia’ –ya lo dijo Carmen Chacón- tiene poco bagaje para sorprender.

El antes, son muchos años en los gobiernos socialistas y son muchos girones de piel, no siempre limpia, dejados en el camino. El después, va a ser un intento de lavarse la cara del polvo del camino de batallas anteriores, no siempre libradas bajo reglamento y de forma limpia.

Se habla mucho de que Pérez Rubalcaba tiene por delante la tarea de ‘desmarcarse’ de Zapatero y tratar de aparecer lo más ‘virgen’ posible ante el electorado. No parecen que vayan por ahí los tiros. La gran tarea de Alfredo Pérez Rubalcaba es desmarcarse de Alfredo Pérez Rubalcaba.

Uno no conoce ningún político ‘virgen’, políticamente hablando. En política también o se es, o no se es. No hay términos medios. Rubalcaba no puede estar un poquito embarazado. Rubalcaba no puede estar un poquito comprometido con su biografía. Rubalcaba no puede ser un poquito responsable de las cosas que ha hecho él, personalmente, ni de las iniciativas ni de las leyes que los gobiernos socialistas han llevado a cabo cuando él formaba parte del Gobierno. En definitiva, Alfredo Pérez Rubalcaba es el mismo de siempre, por mucho que los encargados de su imagen le tapen la boca en las fotos o le pongan corbatas de colores más claros de las que lucía habitualmente. Y tiene que desmarcarse de ese ‘siempre de antes’.

Esa es su gran tarea.

Todo lo anterior no quiere decir que el candidato no sea capaz de llevarla a cabo con éxito, y que muchos españoles no estén dispuestos a tragarse todos los sapos biográficos que haga falta con tal de que no gobierne la derecha –que diría Cayo Lara- y con tal de que continúe cada uno de ellos en el sitio en el que le pusieron hace años.

Las orejas al lobo ya se las han visto, muchos de ellos, en las últimas elecciones y, es posible, que Alfredo Pérez Rubalcaba aproveche el miedo de ver al lobo entero, que hay en muchos sectores. Es en ese caladero en el que pueden estar los votos que necesita.

Y mientras, los discursos del antes y el después. Sencillamente inaguantables. Una mezcla de medias sonrisas, de vaciedades, de llamadas a la demagogia más zafia y, lo que es peor, más previsible.

Y Europa esperando, y Markel barajando la fecha de las elecciones en España. Y para hacerlo simplemente tiene que apretar la tuerca un poquito más.

 

Y es que para convencer a Merkel, hace falta algo más que un cambio de corbata.

Y no digamos nada si lo que se quiere cambiar es la chaqueta que uno –por muy candidato que sea- ha llevado puesta toda la vida.

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