Por la boca…Los dilemas de Feijóo

Se encuentra el presidente del Partido Popular con una nación desgarrada en lo ideológico por la política de tierra quemada practicada por Sánchez en materias tan sensibles como la educación, la familia, la consideración de la vida, las opciones vitales de los jóvenes y hasta por las ridiculeces del feminismo igualitario que ha hecho tabla rasa de principios que parecían bien asentados en la sociedad.

Una vez que han pasado los loores del congreso, Feijóo se enfrenta a la verdadera realidad de su nueva situación, tras dejar el trono de Compostela.

Una realidad llena de esperanzas y de buenos augurios pero que no le va a permitir dar un paso en falso, tanto en la regeneración del Partido Popular, con la magra herencia que le ha dejado Casado, como en el ejercicio de la oposición, con la vista puesta en La Moncloa, lidiando con un Gobierno en descomposición y con un país en bancarrota social, económica e institucional.

Como en tantas ocasiones ha ocurrido en política, todas las opciones que tiene Feijóo, a la postre, se convierten en dilemas, en una elección que supone decidir entre apenas dos opciones.

Se encuentra el presidente del Partido Popular con una nación desgarrada en lo ideológico, por la política de tierra quemada practicada por Sánchez en materias tan sensibles como la educación, la familia, la consideración de la vida, las opciones vitales de los jóvenes y hasta por las ridiculeces del feminismo igualitario que ha hecho tabla rasa de principios que parecían bien asentados en la sociedad. Esos planteamientos ideológicos tampoco despiertan grandes entusiasmos ni, por supuesto, preocupan en amplios sectores populares.

Para Feijóo que ha hecho bandera de la eficacia en la gestión, el primer dilema será elegir entre esa gestión a secas o atender, incluso de cara a su electorado, a los aspectos más ideológicos de la situación actual hacia los que, hasta el momento, no ha tenido el menor acercamiento.

En segundo lugar habrá de elegir entre priorizar en el seno de su partido la “independencia” -e incluso la hegemonía de los barones y de las sedes autonómicas- frente al centralismo de Génova. En la teoría puede ser atractivo y más viniendo de dónde viene, buscar el apoyo de quienes protagonizan el Partido Popular en los diferentes territorios, pero hay una realidad que es Madrid, y la necesidad de atender al “centralismo” de las decisiones del propio Parlamento y de la Administración y de los grupos parlamentarios, teniendo en cuenta que la política nacional no es ni mucho menos la suma de las políticas autonómicas. Equilibrar esos dos polos no será una tarea fácil.

Está Feijóo ante el dilema de las relaciones con Vox, problemáticas antes de cualquier elección pero que pueden convertirse en necesarias (véase Castilla y León) tras el recuento de votos.

Y tiene el dilema de su postura en la oposición tanto ante el Gobierno de Sánchez, como frente al Partido Socialista. Pactar con Sánchez no es fácil, por la sencilla razón de que no es un interlocutor fiable, ni su firma en un documento significa el más mínimo compromiso y porque la situación en el propio PSOE variará, según los momentos que atraviese Sánchez, hasta el final de la legislatura.

Y además están los descontentos de su propia formación. Los que estuvieron y ya no están, los que pensaron que iban a estar y no están y las corrientes subterráneas que siempre existen y que pueden aflorar en cualquier coyuntura.

Una tarea de equilibrios pero que está trufada de dilemas que necesariamente tienden a desatender parcelas que, en uno u otro plano, son muy importantes para la sociedad española y para cualquier político que aspire a gobernar

La carcajada: Dice Ribera, la de la cosa ecológica: “Europa nos mira. Si funciona el tope al gas, otros lo plantearán”.