Por la boca… El doble filo de la campaña electoral

Plató de Atresmedia con los cuatro  candidatos, minutos antes del debate
Plató de Atresmedia con los cuatro candidatos, minutos antes del debate

Sería curioso saber de qué se arrepienten los políticos respecto a lo dicho y lo hecho en la campaña electoral ahora que, con las negociaciones, ha llegado la hora de la verdad.

Nunca se aclarará lo que influye la campaña electoral en el momento en el que los ciudadanos depositan su voto. Tampoco se sabrá lo que han podido suponer los debates, pero lo que es seguro es que la campaña, los mítines y lo que se dice y lo que se hace, son un arma de dos filos a la hora de negociar que es cuando se miden y se ponderan los resultados. Cada político acude a la mesa de negociación con su fajo de votos y con sus escaños a cuestas y los hace valer a la hora de exigir, de ceder, de intentar sacar tajada y hasta de mendigar prebendas.

En campaña todo vale porque es el momento de arañar lo que se pueda precisamente para llegar a la posterior negociación con la mayor fuerza posible. Se engaña, se ocultan intenciones y hasta se esconden posibles pactos ya decididos.

Pero precisamente por eso la campaña tiene un doble filo que solamente se destapa a la hora de negociar. Tanto valen los votos y los escaños, como lastran los dichos y los hechos, los vetos, las acusaciones, los desprecios y hasta los insultos y el que más y el que menos, sufre sus consecuencias.

Por eso sería curioso saber de qué se arrepienten los políticos respecto a lo dicho y lo hecho en la campaña electoral ahora que, con las negociaciones, ha llegado la hora de la verdad.

Cierto que en estas elecciones la clara victoria del Partido Socialista, hace que Pedro Sánchez tenga que arrepentirse de pocas cosas y que le pesen poco a la hora de pactar, pero no es menos cierto que necesita apoyos para la investidura y aunque gobierne en solitario, seguirá necesitándolos a lo largo de la legislatura. Aun así, habrá cosas que preferiría no haber dicho y acciones que desearía borrar del mapa.

Y si Sánchez con sus 7.500.000 votos y sus 123 escaños puede estar más “suelto” a la hora de enfrentarse a sus interlocutores, los Casado, Rivera, Iglesias y Abascal, aunque sea en privado y a solas, estarán entonando la palinodia de sus arrepentimientos y no solamente respecto al partido ganador sino, lógicamente, en relación a los más afines y proclives al pacto.

El “después de lo que dijo” o “el tras lo que prometió”, puede pesar como una losa en las espaldas de los que van más ligeros de equipaje en votos y en escaños.

En campaña se extreman decires y conductas para llegar a las negociaciones con fuerza, pero esas mismas palabras y acciones son el otro lado, está vez cortante, del filo de la navaja. Dichos y hechos que pueden dar votos, pero que dificultan un posterior entendimiento a todas luces necesario.

 

Si a todo lo anterior añadimos que las negociaciones que están teniendo lugar en La Moncloa no van a conducir a nada porque está por medio otra cita con las urnas, la navaja sigue abierta y el filo en acción.

Pero aunque se arrepientan en privado, los políticos, que siguen en campaña, no cejarán en su empeño de emponzoñar acuerdos y dificultar pactos.

Es que son así y no parece que tengan remedio.

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