Por la boca… Las elecciones moneda de cambio

El pasado fin de semana entre candidaturas, congresos y manifestaciones, hemos vuelto –la verdad es que nunca nos hemos ido- al ambiente mitinero con aplausos, besos, discursos y soflamas altisonantes y, en definitiva a la situación de la que, al parecer, nunca sale la política española: poco de intereses generales y mucho de situaciones internas de los partidos políticos.

Con todos los matices que haga falta se puede afirmar que ya estamos en una nueva batalla electoral y que los partidos, todos los partidos, no darán un solo paso sin mirar al horizonte, no demasiado lejano, de las próximas elecciones generales.

Aun suponiendo que se puedan aprobar los presupuestos y que el Partido Popular tenga un cierto respiro y gobierne con un poco más de margen, esa gobernación va a seguir presidida por la política electoral. Mariano Rajoy tiene en sus manos la prerrogativa de convocar cuando quiera y, lógicamente, lo hará cuando más convenga a sus intereses. Mientras, usará su capacidad de convocar elecciones -si no como amenaza- sí como moneda de cambio. En todas las negociaciones sobrevolará el decreto que disuelva la Cortes y convoque los nuevos comicios.

Por su parte el Partido Socialista -si quien gana las primarias (si ganara Sánchez el cantar sería muy distinto) es Díaz- en un principio intentará mantener la situación actual y cuando parezca que la candidata está más o menos en sazón, provocará la convocatoria e intentará el asalto a La Moncloa.

En cualquier caso y, en una hipotética convocatoria de elecciones, van a primar los intereses de los partidos sobre los intereses de los españoles.

Es lo de siempre. Cuando se escuchan discursos vacíos, sin una sola propuesta nueva o con una sola idea que no por repetida es más válida, hay que pensar que sería deseable un cambio de marcha en la vida política.

Sin ir más lejos, Mariano Rajoy sigue con la matraca de la economía, de lo que se ha conseguido y de lo que queda por hacer, siempre con el PIB en los labios.

Pedro Sánchez, insiste en un PSOE del silo XXI cuando en realidad predica el PSOE de los años 30 del XX.

Y la ‘recién llegada’, Susana Díaz, nos dice que quiere ganar, que todo vaya bien, que todo sea bueno bonito y barato y hace un discurso digno de una película ‘blandita’ de Doris Day.

 

Y, seguro, el próximo fin de semana, más.

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