Por la boca… Elegir: o el tonto o el malo

Alberto Núñez Feijo en el cierre de su gira por España para presentar su proyecto a los afiliados del PP.
Palacio de Congresos de Mérida
Alberto Núñez Feijo en el cierre de su gira por España para presentar su proyecto a los afiliados del PP. Palacio de Congresos de Mérida

Casi siempre es preferible elegir al malo. Al malo se le ve venir, se sabe más o menos lo que va a hacer y se puede intuir la maldad que va a perpetrar y es más previsible. El tonto es más peligroso y por eso, si se trata de gobernar, es mejor elegir al malo.

Me tiene dicho mi portero que son tontos todos los que lo parecen y muchos que no lo parecen. Y dice mi portero que de los tontos “normales”, que no lo parecen, no hay ninguno tan tonto como para no darse cuenta de que es algo tonto y es entonces cuando el tonto comienza a defenderse y se convierte en malo y es el momento de la elección de toda la vida: ¿Ud. a quién prefiere a un tonto o a un malo?

Hay que decir que casi siempre es preferible el malo. Al malo se le ve venir, se sabe más o menos lo que va a hacer y se puede intuir la maldad que va a perpetrar y es más previsible. El tonto es más peligroso y por eso si se trata de gobernar, es mejor elegir al malo.

Lo que pasa es que en política está más que demostrado que el ser tonto no impide ser malo, y viceversa, y cada vez se da más la figura del tonto/malo y una vez en el poder el tonto/malo se convierte en inepto, se da cuenta de que es tonto y, para defenderse, comienza a hacer maldades que nunca se sabe cómo acaban.

Y el tonto/malo deviene en inepto. Y una moción de censura por aquí y una coalición por allá y un bandazo internacional por acullá y una cesión a los unos y una bajada de pantalones con los otros… Y claro, como el tonto/malo tiene poder, el desastre es inevitable.

Y además como no deja de ser tonto, y lo sabe, su propia “tontez” le hace tener miedo a  tomar decisiones y un político que no toma decisiones, acertadas o no, que todo lo pospone, que siempre habla en futuro de “lo que haremos” y que da largas a los asuntos, es peligrosísimo porque como buen tonto a la hora de decidir casi siempre decide mal y como su maldad le lleva a decidir en beneficio propio, la debacle está servida.

Por eso, en política, es tan difícil elegir entre el tonto y el malo, pero cuando sucede (y es muy habitual) que coinciden el  malo y el tonto, hay que ponerse a temblar.

Y cuando estamos en lo de la elección, llega Ayuso y, con la sinceridad que le caracteriza, dice que el problema es cómo Sánchez abandonará el poder. O sea…

La carcajada: Lo de la peineta de Celaá en el Vaticano.

 
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