Por la boca… Las entrevistas del fin de semana

Todos cuentan su vida política y sus actuaciones pasadas. A la manera de Bush justifican decisiones y dicen aquello de ‘no sé si acerté’.

Siempre han estado de moda pero, ahora, la moda es que cada fin de semana hay que tragarse un mínimo de cuatro o seis páginas con las declaraciones de un líder. Y es que todos somos Obama o Bush o quién se tercie y hay que hacer declaraciones de esas que se llaman ‘en profundidad’ y que después, según dicen los respectivos gabinetes de comunicación, ‘tienen gran repercusión mediática?

Y como ahora, además, estamos en campaña pues ya se venden las entrevistas al por mayor.

Todos cuentan su vida política y sus actuaciones pasadas. A la manera de Bush, justifican decisiones y dicen aquello tan socorrido de ‘no sé si acerté’. Como se publican varias entre sábado y domingo, el fin de semana es un sin vivir de declaraciones y de análisis posteriores.

Unas son más largas que otras pero todas igual de inanes y en casi ninguna se dice nada que pueda interesar o que no se supiera de antemano. Siempre hay sorpresas y, por ejemplo, se topa uno con la afirmación rotunda de Esteban González Pons, el sonriente comunicador del Partido Popular que, además de afirmar que su sonrisa es de su propio natural, dice sin el menor sonrojo: ‘me tatuaría a Rajoy en una mano’. Desde el ser superior que se sacó de la manga Emilio Butragueño, no había habido noticia de nada semejante.

O los dichos de Marcelino Iglesias el político polivalente –hay quien dije que el AVE entre Madrid y Zaragoza se hizo solamente para que lo usara él- que no habla de tatuajes pero se le acerca mucho y nos quiere contar la milonga de la unidad férrea del Partido Socialista. No le ha faltado más que decir aquello de que ‘el vestuario es una piña’.

Pero el que, como siempre, ha estado en plan estadista con visión de futuro, ha sido José Luís Rodríguez Zapatero que, en una entrevista interminable, habla del bien y del mal y dice cosas tan sustanciosas como que la noche del 9 de mayo ‘la pasé en la casa de La Moncloa, en contacto permanente con la vicepresidenta Económica que me mandaba mensajes y me llamaba por teléfono. Así hasta las tres de la mañana; luego, pendiente del nikkei, ya no dormí en toda la noche’. Hasta ahí más o menos –más bien menos-  normal. Pero el colofón de la nochecita de marras llega cuando el presidente del Gobierno afirma rotundo con aires de inquilino del ala oeste: ‘una noche intensa, tienes que tomar decisiones y las tomas’. Y la bolsa de Tokio sin enterarse que la lucecita de La Moncloa permanecía encendida.

Lo que pasa es que luego nos cuenta Rodríguez Zapatero que va a convocar a 25 empresarios para eso de la crisis y que se equivocó el día antes del atentado en la T4 de Barajas y, ya en el colmo de la visión de futuro, afirma muy serio que ‘no hay ninguna previsión de que hagan falta más recortes’.

Y entonces es cuando uno suspende la lectura y se pasa uno, rápidamente, a la tira cómica.

 
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