Por la boca… Del equipaje del rey José a Cantinflas

Andrés Manuel López Obrador.
Andrés Manuel López Obrador.

El esperpento no es que el indocumentado presidente de Méjico exija que España pida perdón por la conquista o que unos tontos franceses, que se sientan en el senado, expongan su opinión sobre Cataluña. El esperpento está en que tamañas memeces hayan tenido eco, más que sonado, en nuestra vida política y en los medios de comunicación.

Ni siquiera Cantinflas, ese disparatado personaje que creó la genialidad de Mario Moreno, hubiera sido tan ridículo como López Obrador, exigiendo que el Rey de España pida perdón por lo sucedido en la conquista de Méjico y por lo que hicieron en aquellos tiempos Hernán Cortés y sus hombres. Si, como se dice, la esposa del mandatario mejicano se dedica a la historia, aunque solamente hubiera sido por vía conyugal, la memez hubiera tenido que ser silenciada.

Hay que ser muy tonto para invocar la Declaración Universal de los Derechos Humanos, al analizar y juzgar hechos ocurridos hace ahora quinientos años y muy desahogado para exigir una petición de perdón sin mirar a la propia historia de los pueblos indígenas o a la realidad actual de la nación de la que se es presidente.

Y también hay que ser muy tontos y muy desahogados, esta vez en plural, para -desde el senado francés que tantas ocasiones de defender la democracia y las libertades tiene en su país- atreverse a analizar (?) lo que está ocurriendo en Cataluña, por muy bien que funcione la “diplomacia” de los separatistas y por muy mal que lo haga la diplomacia del gobierno español. Incluso aunque alguno de los senadores franceses sea de origen corso, sus delirios por el independentismo son, cuando menos, risibles.

Dice Galdós en los Episodios Nacionales, concretamente en el titulado “El equipaje del rey José”, que los franceses “hasta la historia nos querían quitar”, describiendo la rapiña de las gentes del hermano de Napoleón que se llevaban en sus carros, cuando se vieron obligados a huir del Palacio Real de Madrid, hasta los utensilios de cocina, de tal forma que “diríase que en la capital no quedaba ni un alfiler”.

Y sería indignante, si no fuera de risa, la declaración de los senadores galos hablando del derecho a la autodeterminación de una parte de España, siendo como son los garantes del funcionamiento de uno de los países más centralizados de Europa.

Porque el esperpento no está en lo que ha dicho el indocumentado presidente de Méjico o en la opinión sobre Cataluña de unos tontos franceses, el esperpento está en el eco que han tenido, sus comunicados, en nuestra vida política y en la mayoría de los medios de comunicación.

Por eso causa estupor contemplar y calcular el tiempo, la tinta y hasta la atención que -con la que está cayendo y en medio de una campaña electoral- se ha dedicado al político (?) mejicano y a los próceres (?) franceses.

Seguro que uno se hubiera apresurado a rendir pleitesía a Hernán Cortés y los otros hubieran llenado sus alforjas con lo que iba en el equipaje del rey José.

 

Siglos aparte.

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